Es posible que la pandemia haya demorado que se explicite la intensa tensión que se vive en la comunidad internacional y que se proyecta en la lucha por el poder entre grandes potencias. Las posiciones que está ocupando China en el ámbito económico y el abandono de la anterior administración norteamericana en determinados espacios les otorgó un mayor protagonismo a las autoridades de Pekín. Asimismo, la posición geopolítica que trata de consolidar Moscú hace que Rusia se pudiera asegurar el control político con incidencia en lo económico en algunos de los espacios del planeta. América Latina será, con seguridad, el área geográfica en el que se decida en un futuro próximo la capacidad de influencia de unos y otros en la escena internacional. Sin embargo, las recientes discrepancias de Estados Unidos y la Unión Europea con China y que han llevado a la adopción de sanciones contra Pekín señalan, con toda nitidez, una diferencia sustancial en la política exterior que practican cada uno de los actores que, cada vez, aparecen más enfrentados.
La defensa de los derechos humanos ha vuelto a constituirse en un componente básico en las relaciones entre las partes y no es casualidad que, casi simultáneamente, los Estados europeos y la Administración Biden hayan decidido levantar líneas infranqueables en la cooperación internacional. Los efectos se van a dejar sentir muy pronto y, en el caso de que no se abandone esta senda de actuación, quedará claro el acercamiento entre Europa y América que podría evitar y, en su caso, retrasar el desplazamiento del poder internacional hacia Asia. Las relaciones internacionales, aunque se conforman esencialmente en función de los intereses particulares de los Estados, han incorporado desde hace tiempo la presencia de valores y principios, como la democracia y el respeto de los derechos humanos; y el panorama internacional en el siglo XXI se determinará no solo con base en criterios económicos y geoestratégicos. Por el contrario, la insistencia de algunos Estados en que la realidad internacional debe asumir de manera imprescindible estos valores podría contribuir a que esos Estados tuvieran prevalencia en el orden internacional.
LA RAZÓN
CÁSTOR DIAZ BARRADO