Señor Director:
Los portentos del progreso y del sistema político-económico imperante brillan sobre el “nuevo Chile”: La sociedad en la cual predominaban los valores de individuos guiados por la hidalguía, la sobriedad y el sentido de trascendencia fue transformada en una masa sin Dios ni ley; una turba vulgar y degenerada, corrupta e hipócrita donde rigen los delincuentes, los traficantes y drogadictos; abundan los mercachifles, los estafadores, los “opinólogos”, los vende-patrias, los adictos a las “redes sociales”, los “nuevos chilenos” y sus ghettos verticales –y cuanta bazofia se pueda concebir en nombre de los derechos– y de los transformistas políticos que repiten a pies juntillas los dictámenes del marxismo cultural: “Todas y todas”, “todes” (!), “igualdad”, “justicia”, “democracia”, la “gente” y la manoseada “dignidad”… Pero absolutamente NINGUNO es parte de la genuina tradición y cultura chilena –¡imposible que lo fueran!–. Pues la antigua y venerada tierra de los araucanos y sus descendientes, la raza chilena, ha sido transformada en una maldita favela del Nuevo Orden Mundial.
Rafael Videla Eissmann
Historiador
6 de Abril de 2021