Por Jorge Oporto Marín. Periodista.
Desde la zoonosis o un accidente de laboratorio mientras buscaban la cura del ebola, la gripe aviar o lo que fuera, hasta la conspiración de un puñado de ciudadanos que están conscientes del colapso del sistema que han fomentado (incluyendo la quiebra de la banca internacional), pueden explicar la aparición del COVID 19 y la posterior pandemia.
En cualquier caso, la gran masa puede creer lo que se le antoje y rasgar las vestiduras que le apetezcan pero no sin antes echar una rápida mirada a la siguiente consideración, a un punto de vista diferente.
Gaia o Gea, la Tierra, la gran Pachamama como organismo vivo nos envió una señal y nos interpela como especie. Casi nos grita al oído: basta de contaminación y depredar los ecosistemas que me conforman, la biodiversidad que me enriquece y los ríos que me nutren.
El apetito voraz de la especie humana, insaciable y monstruoso, no permite la renovación constante y evolutiva de la Tierra, y en este contexto una situación que ningún científico y experto ha podido dilucidar: el virus sólo afecta a una especie, salvo algunas mascotas contaminadas por sus amos, y de la cual han muerto millones y continúa.
Urge otra mirada, otra cosmovisión sobre la Tierra y la creación, una “weltanschauung” diferente que implique un comportamiento responsable y amigable con el medio ambiente, una relación horizontal de igual a igual, un sentido de pertenecer a la Tierra, ser parte de ella y no estar separado o por sobre la Pachamama.
La Tierra nos está enviando una advertencia que no podemos ignorar, a no ser que queramos nuestra extinción.
Quizás una cosmovisión biocentrica oponiéndose a la concepción antropocéntrica dominante sea la solución o un paso pequeño pero importante para asumir el cuestionamiento al que estamos sometidos.
Quizás un “dejar hacer” hasta que media humanidad haya desaparecido, sea otra alternativa y el costo para enmendar el rumbo.
Quizás una revolución popular y ecológica contra el sistema que llevó a la Pachamama a sublevarse sea la salida. El detener la marcha hacia el abismo.
¿Cómo saberlo?.¿Cómo tener la certeza?.¿Cómo tener un modelo predictivo y científico que nos permita recrear una mirada menos apocalíptica de la realidad y del futuro?.
Para muchos la señal llegó tarde y los problemas como el calentamiento global, la extinción masiva de especies de la flora y fauna, la contaminación de los océanos, las migraciones humanas ecológicas, la pérdida paulatina pero sostenida de la biodiversidad y de ecosistemas, la explosión demográfica son acontecimientos irreversibles.
Debemos confiar, a pesar de todo, en que la Pachamama jamás abandonará a ninguno de sus hijos y no esperaría el último minuto para enviar la alerta.
Nos ha dejado, probablemente, un tiempo prudente para resolver tan intrincado problema y sabe que puede continuar su existencia sin la especie humana sobre su faz.
De nosotros depende. La alerta fue lanzada, la luz roja está encendida.//LA ALERTA DE GAIA