Gabriel Canihuante, periodista, académico Universidad Central Región Coquimbo
Hace algunos días las llamadas redes sociales se poblaron de memes, el chiste en la era de las imágenes, para hacer mofa del cambio de nombre de un producto de una transnacional, la famosa “Negrita”, una golosina de bajo precio y de extendido consumo en nuestro país, especialmente entre niños y adolescentes.
Hace décadas se viene produciendo un cambio cultural en Chile y en otros países respecto del lenguaje, que apunta a evitar la discriminación de las minorías de todo tipo. Se busca básicamente no herir susceptibilidades de sectores que desde tiempos remotos han sido objeto de burla, desprecio, ninguneo. Entendemos hoy que todos podemos convivir, respetando nuestras diferencias, especialmente aquellas que no son una opción para el individuo, sean estas físicas o psicológicas.
La calificación de negro o negra para una persona en Chile no es necesariamente ofensiva, pero durante mucho tiempo para alguien de piel morena no era agradable que lo llamasen por apodos relacionados con el color de su piel. Cuando niños, hace algunas décadas, llamábamos “Chocolo” -un tipo de helado- al compañero de juegos de la cuadra más moreno. A veces él respondía con un combo, pero al final se acostumbró y entonces pasamos a llamarlo como correspondía.
La golosina tendrá otro nombre, es una decisión tomada por una poderosa compañía internacional que debe atender a un criterio que escapa a nuestras fronteras. Es evidente que los chilenos seguiremos usando el adjetivo calificativo “negro” en sus distintas variantes de género, número, diminutivos, etc. No cambiaremos la letra de la canción de Violeta Parra, “Casamiento de negros”, ni tampoco la del “Negro José” interpretada por Illapu.
Pero es posible que demos atención a otros usos del lenguaje que siguen prestándose para la discriminación. Bastante hemos avanzado en relación con el humor. Y no se trata de ser de la “generación de cristal”, como algunos caricaturizan. De lo que se trata de es de evitar todo tipo de discriminación, no más que eso, ni menos.