La prevalencia de las enfermedades cardiovasculares aumenta más de un 20% en invierno, mientras que las coronarias lo hacen en un 10%. En el mes del corazón, es importante saber cómo cuidarlo, evitando exponerse a factores de riesgo como el frío.
Hace décadas que las sociedades científicas constataron que la incidencia de episodios importantes por enfermedades cardiovasculares variaba de acuerdo a la estación del año, comprobando que durante los meses de invierno se elevaban considerablemente. De hecho, un estudio realizado por el London School of Hygiene & Tropical Medicine examinó la relación directa entre las patologías cardiacas y la temperatura, señalando que por la reducción de un grado centígrado existe un aumento del 2% en el riesgo de un ataque al corazón.
“Esta es una cifra a la que debemos prestar atención, ya que las enfermedades cardiovasculares se sitúan como una de las principales causas de muerte, representando casi el 30% de las defunciones en el país antes de la pandemia”, comenta Paula Molina, químico farmacéutico de Farmacias Ahumada. Añade que en este escenario es vital que los profesionales y el sistema sanitario en general trabajen en la educación y prevención de este tipo de patologías, considerando que el 25% de los chilenos presentan un alto riesgo de desarrollar alguna de ellas, de acuerdo a la última Encuesta Nacional de Salud.
“Una persona que padece de enfermedades coronarias o cardiovasculares rara vez es consciente de que existen factores como el tiempo o la temperatura que pueden afectar su condición, más allá de las comunes como la correcta ingesta de sus medicamentos, una alimentación balanceada o evitar el consumo de sustancias dañinas como el tabaco”, recalca Molina.
Es así como las bajas temperaturas pueden convertirse en un factor clave para desencadenar importantes problemas cardiacos en esta época. Pero, ¿por qué? Al enfrentarse al frío, el organismo reacciona a través de la vasoconstricción, que reduce el diámetro de los vasos sanguíneos y eleva la presión y frecuencia cardiaca, para evitar la disminución de la cantidad de sangre que llega al corazón y la oxigenación en todo el organismo. De acuerdo a la Clínica Mayo, esta reacción podría descompensar gravemente a enfermos crónicos cardiacos.
Asimismo, en los meses de invierno es cuando más infecciones respiratorias se producen lo que, de acuerdo a los especialistas, generan inflamaciones que afectan el árbol vascular, pudiendo erosionar la pared interna de los vasos sanguíneos, favoreciendo la formación de coágulos.
Sin embargo, una investigación aparecida en el North American Journal of Medical Sciences entregó nueva información sobre las causas, detallando que las bajas temperaturas generan un aumento de la secreción de catecolamina, hormona responsable del incremento en la frecuencia cardiaca, produciendo un aumento no sólo en la presión, sino también en el colesterol y el fibrinógeno en la sangre, proteína encargada de la formación de coágulos.
Por esto, durante invierno se deben extremar los cuidados con este tipo de pacientes, sobre todo en este periodo, donde seguimos enfrentando la pandemia. “En primer lugar, todas las personas con algún tipo de vulnerabilidad y que cumplan con los requisitos de edad, deben vacunarse contra el Covid-19, la influenza y el neumococo, si corresponde”, indica Molina, subrayando que se deben evitar los cambios bruscos de temperatura y exponerse en los horarios donde éstas se extreman, como durante las primeras horas del día y en las noches.
Por último, la facultativa añade que una dieta saludable rica en frutas y verduras, disminuir el consumo de sodio y grasas saturadas, evitar el estrés, además de evitar el consumo de alcohol y cigarrillos, y una actividad física constante son claves para lograrlo, aunque en invierno cueste mantener estas rutinas. “El llevar buenos hábitos alimenticios y de vida disminuirían, en gran medida, las posibilidades de sufrir este tipo de problemas”, añade.