Este sería uno de los factores que propiciarían la aparición de la incontinencia urinaria, afección común -sobre todo en adultos mayores-, pero raramente diagnosticada y tratada de manera adecuada.
El escape involuntario de orina, concurrir frecuentemente al baño, tener dificultad para aguantarse o molestias para orinar son signos claros de que existe algún tipo de alteración en el funcionamiento del esfínter urinario, la vejiga o los músculos del piso pélvico.
Durante los periodos de estrés, el cuerpo libera neuroquímicos que pueden causar inflamaciones en distintas partes, incluyendo la vejiga. Hay personas que son más susceptibles a este tipo de reacciones y pueden experimentar síntomas más extremos en este órgano, como irritación, alta frecuencia, ardor y hasta dolor. A esto, junto con la presión que se puede ejercer sobre la vejiga al hacer un movimiento pesado, reír, toser o estornudar, se le denomina incontinencia por estrés o esfuerzo y es una de las causas más comunes de esta dolencia.
Si bien la incontinencia no es una enfermedad que se asocie a un aumento de la mortalidad de aquellos que la sufren, tiene un gran impacto en la calidad de vida ya que suele ser una patología sub reportada y, por ende, sub tratada. Paula Molina, químico farmacéutico de Farmacias Ahumada, indica que “muchas personas sienten vergüenza de padecerla, por lo que no consultan a un especialista, asumiendo que es algo propio de la edad. Afortunadamente, esta afección tiene tratamiento, pero pocos lo saben”.
Por lo mismo, es importante que la población se eduque en este tipo de patologías. La facultativa comenta que existen otros tipos de incontinencia, como la de urgencia, que se da gracias a una vejiga hiperactiva y se caracteriza por un fuerte deseo de orinar y de forma frecuente, junto con la mixta, que asocia ésta y la de esfuerzo.
Se calcula que aproximadamente el 40% de los adultos entre 60 y 70 años la padecen, estimándose una prevalencia en mujeres cercana al 60%, de acuerdo a estudios de la Universidad Católica, aunque también se puede presentar en personas más jóvenes, como deportistas o mujeres mayores de 40 años debido a las alteraciones que sufre el cuerpo debido a los embarazos.
“Sobre todo en los adultos mayores, esta condición puede generar un alto impacto en su calidad de vida, imposibilitándolos de desarrollar actividades frecuentes fuera de casa o ambientes donde cuenten con las condiciones necesarias para acceder a servicios sanitarios, pudiendo causarles hasta una depresión. Por eso es indispensable que consulten con un médico en las primeras señales de molestia para comenzar el tratamiento indicado en cada caso”, señala la facultativa.
Sin embargo, algunos cambios conductuales pueden ayudar a manejar este problema. Molina subraya que una de las primeras recomendaciones es regular la ingesta de líquidos y mantener un control del peso corporal, ya que el exceso haría mayor presión sobre los músculos del piso pélvico. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda hacer 150 minutos de ejercicios moderados o de bajo impacto a la semana en estos casos, como nadar o caminar.
Asimismo, se puede tratar con ejercicios guiados por un kinesiólogo, fármacos, procedimientos a base de botox o cirugías, en casos más extremos. “Lo importante es que mientras se desarrollen los tratamientos, los pacientes se ayuden con productos específicos para sobrellevar estas molestias, como toallas higiénicas o ropa interior para adultos, que les entregarán mayor comodidad e independencia para realizar sus actividades cotidianas”, enfatiza.
Por último, la facultativa recalca la importancia de visitar a un especialista ante las primeras señales de molestia para comenzar con los tratamientos adecuados, que han mostrado ser tremendamente eficaces si se aplican en etapas iniciales.