La joven Yasna, con 14 años, encabeza el desfile de un acto de la Escuela de Deportes de Vallenar (Fotografía de portada)
A temprana edad, Yasna Provoste Campillay (16 de diciembre de 1969) ya comenzaba a destellar con luces propias por sus dotes naturales como gimnasta. Así lo destaca una crónica del Diario Atacama del año 1977 que, bajo el título “Mejor Puntaje en Pequeños Gimnastas”, realza una presentación de la promisora deportista vallenarina, señalando: “La pequeña Yasna Provoste, de solo ocho años de edad, se adjudicó el mejor puntaje en las series obligatoria y libre, durante el control de menores gimnastas que representarán a Vallenar durante el Torneo Eliminatorio Regional, a efectuarse en agosto próximo”.
Efectivamente, fue una deportista precoz. Comenzó a hacer gimnasia artística -que incluye vigas, suelo, salto y paralelas- a los cuatro años. Un día, mientras acompañaba a sus dos hermanos mayores a practicar básquetbol en el desaparecido Estadio Marañón, el director de la Escuela de Deportes de Vallenar (Sergio Iribarren) le propuso que hiciera gimnasia en la orilla de la cancha. «A la semana conversó con mis papás y les dijo que yo tenía muchas condiciones y que le gustaría que me matricularan en la escuela», contó la actual senadora por Atacama al Diario La Tercera, edición del 1 de marzo de 2008.
“Practicar en el estadio Marañón tenia algunas particularidades. Por ejemplo, la cancha estaba llena de hoyos, así es que para tomar carrera antes de dar un salto había que evadirlos; entonces, cuando llegábamos a los campeonatos nos era difícil correr hacia el trampolín o caballete, porque no estábamos acostumbrados. En el caso de las mujeres, que habitualmente usamos las paralelas asimétricas, durante mucho tiempo no las tuvimos y lo que hacían nuestros profesores era usar el ingenio: utilizábamos las mismas barras paralelas de los hombres, pero levantaban una y bajaban la otra, ya que las barras asimétricas de las mujeres tiene condiciones muy distintas y no solo se levantan de una forma diferente, sino que también tienen una separación distinta. Entonces, cuando llegábamos a los campeonatos y debíamos utilizar los aparatos verdaderos, teníamos en contra esa desigualdad que era importante resolver. Por eso llegábamos anticipadamente y el profesor nos convencía que teníamos talento y nos animaba a ensayar unos minutos antes de competir”, recordó hace un par de años para un vídeo de la propia Escuela de Deportes.
A los 9 años, Yasna fue campeona nacional de gimnasia y viajó sola a Santiago al Internado Nacional Femenino, becada por la Escuela de Talentos del ex Físico de la Universidad de Chile. “Cierto días mis padres recibieron una carta donde se les informaba que yo había sido seleccionada para participar en la Escuela de Talentos Deportivos. En esa carta venían todas las instrucciones para que viajara a Santiago. Obviamente, yo estaba feliz, tenía recién 10 años, y la gimnasia era la razón de mi vida. Mi madre siempre me recuerda que en cada momento libre que yo tenía lo dedicaba a la gimnasia; desde chica no dejé cama buena en mi casa, porque los colchones eran mis colchonetones y saltaba y saltaba, todos los días. La gimnasia era mi vida y ellos se daban cuenta de que me gustaba”.
En Santiago se duchaba con agua tibia y cuando se demoraba de regreso de la escuela se quedaba sin almuerzo. “Fue una experiencia dura, pero cuando uno lo vive desde el lado positivo saca una experiencia para toda la vida: la de sobreponerse. Transité de lo duro, de lo triste, a hacer amigas y a reírme», comentó al citado diario capitalino, reconociendo que le fue bien en la capital. «Fui una de las 10 preseleccionadas para los Panamericanos de Caracas».
Durante el primer semestre, su madre, Nelly de los Santos Campillay, viajó todos los fines de semana en bus a ver a Yasna, hasta que no pudo con la nostalgia: arrendó una casa en Las Condes y se trasladó con sus otros dos hijos a vivir todo el segundo semestre. Yasna pasaba los fines de semana con ellos
El principio del fin comenzó para Yasna cuando su madre decidió volver a Vallenar y dejarla alojada en casa de la familia Pinilla que había vivido en Vallenar, donde la anfitriona le advirtió a su madre: “Nelly, no te preocupes por Yasna, yo me voy a ocupar de ella y de mi hija. Soy muy estricta: las niñas se duchan con agua helada y comen puras frutas y verduras”. Entonces, afloró la personalidad de Yasna que se dijo asimisma: “Esto no es para mí, quiero ser niña”. Y regresó con los suyos a Vallenar.
De vuelta en Vallenar, pasó al atletismo y practicó tan duro que fue campeona de pentatlón (vallas, salto largo y alto, bala y 800 metros planos). “En mi primer campeonato no me fue todo lo bien que yo esperaba. Había una chica que había sido seleccionada de vallas y era buenísima y, además, tenía piernas largas. Yo perseveré, perseveré, entrené, entrené; me levantaba a las seis de la mañana, salía a correr, volvía a mi casa, tomaba desayuno y me iba al liceo». De vuelta de clases, lo mismo”.
Hernán Angel Chepillo integró el primer equipo de la Escuela de Deportes de Vallenar que participó en un campeonato nacional de gimnasia, en Temuco 1976, recuerda una anécdota con los integrantes de aquella delegación entre los que estaban los hermanos Carlos y Yasna Provoste. “viajamos en un Chilebús y allá nos alojamos en un hotel de lujo. Los hombres en el segundo piso y las niñas en el tercero. Los profes estaban abajo. En las noches nos iban a vigilar si estábamos acostados. Uno de esos días, no encontraron a nadie de nosotros, estábamos todos en el tercer piso con las niñas, claro que no haciendo nada malo, porque en ese tiempo éramos muy sanos, hasta pavos… íbamos a puro conversar y echar la talla. Esa vez alcanzamos a oír que venían y nos escondimos en los clósets y otros debajo de las camas de las niñas y ninguna niña habló. Éramos niñas y niños buenos”.
(Del libro Historia de la Escuela de Deportes “Gualberto Kong Fernández”, escrito por Sergio Zarricueta Astorga)
Yasna, haciendo ejercicios de suelo, en el viejo y desaparecido estadio Marañón de Vallenar.
La pequeña Yasna de 8 años (de buzo oscuro) posa junta a una compañera de aquel equipo de gimnasia vallenarino.
Por: Sergio Zarricueta Astorga – Tierramarillano