Por Alicia Mondaca
Es en este contexto de transformaciones, debates, avances y retrocesos de la década de 1870 —particularmente de los años 1874 y 1875 de nuestra historia—, que el prócer Pedro Pablo Muñoz Godoy juega un papel destacado en la defensa del derecho al sufragio femenino, la educación y, a lo largo de su vida, en otros amplios ámbitos.
No puede pasar en alto, especialmente en este mes en que la ciudad de La Serena conmemora un aniversario más, la trascendencia de su legado, su estampa permanece incólume para generaciones venideras, sus elevados ideales, su liderazgo; su participación en hechos trascendentes como en el Sitio de La Serena en 1851 y la Revolución Constituyente de 1859, que lo perpetúan como el más ilustre serenense. Pedro Pablo Muñoz Godoy fue pasos adelante en los aconteceres de la historia local y nacional; visionario y por lo mismo: revolucionario.
Extenso fue el camino en la historia de Chile, para que la mujer pudiese ejercer su condición de ciudadana activa y de ese modo junto a otros sectores, conformar parte del universo electoral.
El periódico El Ferrocarril, fue epicentro de variados colaboradores e influyentes protagonistas de la vida pública como Benjamín Vicuña Mackenna, Miguel Luis Amunátegui, Isidoro Errázuriz, José Victorino Lastarria; fundado en 1855, hasta que en 1911 desaparece. En parte de la trayectoria de su tiraje, se enfrentó con asuntos y opiniones eclesiales principalmente publicaciones de la Revista Católica y El Estandarte Católico. Fue en la década de 1870 el medio de mayor circulación en el país, años en los que además germinaban esperanzas para una nueva dirección en el rol del género femenino.
Estilaba como normalidad que el destino de la mujer fuera el matrimonio y dentro de él cumpliera el rol de esposa, madre y dueña de casa, dentro de sus deberes y obligaciones estaba el cuidado de su persona para agradar al marido, al tener el vínculo conyugal, consentía en someterse al hombre, asunto que redunda en una desigualdad ante la ley y desigualdad en lo que concierne al desarrollo de sus capacidades. Esto se aprecia en el Código Civil de 1855 el cual indicaba que en el marido se centraba la potestad marital y la protección hacia la cónyuge (derechos sobre la persona y bienes de la mujer); ella, a cambio, le debía absoluta obediencia. Esto logró modificarse en parte en 1925 desde un punto de vista jurídico.
Sin embargo, surgen voces de transformación, Martina Barros considerada la primera intelectual de Chile y una de las grandes feministas, en el prólogo a La Esclavitud de la mujer (1870), incentiva la educación secundaria para la mujer, junto a esto, una educación no diferenciada para ambos géneros, asunto ineludible ya que es el primer paso a la igualdad e independencia, como ella lo dijera: “educarse para ser libres” (Castillo, Alejandra. Las aporías de un feminismo liberal. En Barros, Martina. Prólogo a la Esclavitud de la mujer. Santiago: Palinodia, 2009, p.10), de la misma manera incentiva al voto femenino junto a otras voces.
En el año 1877 se vio cumplida esta gran meta, conocido es el Decreto del Ministro Luis Amunátegui, mediante el cual “las mujeres deben ser admitidas a rendir exámenes válidos para obtener títulos profesionales, con tal que se sometan para ello a las mismas pruebas a que están sujetos los hombres”.
El acontecimiento registrado en el periódico El Ferrocarril el 15 de noviembre de 1875 en La Serena es de gran valor, por cuanto testifica que un grupo de mujeres se declararon de acuerdo a la interpretación de la ley, como ciudadano elector, haciéndose calificar en el acto de inscripción. Es así como el mismo día 15 se registró en Casablanca un hecho de la misma naturaleza. Las mujeres no detienen su marcha, este acontecimiento demuestra los anhelos de independencia de la tutela y potestad del hombre, y reivindicar los derechos de voz y voto.
Destaco el preponderante valor histórico de las y los agentes protagonistas que han permitido mover la historia en favor de un mejor desarrollo humano para ambos géneros en cuanto a sus derechos y libertades.
Vaya nuestro homenaje y respeto a la memoria del connotado hijo de La Serena: Pedro Pablo Muñoz Godoy.