¿Por qué no avanza Copiapó?

Carolina de la Carrera, Concejal de Copiapó.

Hace poco más de 60 días asumí la enorme responsabilidad de ser concejal de la comuna de Copiapó, tras obtener en las urnas una votación sustentada en el gran apoyo de amigos, vecinos, dirigentes, animalistas, mujeres y sobretodo, habitantes que de manera transversal creyeron en un lema: #unamujerquegestiona.

Con todo el entusiasmo del mundo y desde el primer día llegué al concejo municipal con la premisa de iniciar un trabajo ágil, concreto y sin burocracia para responder a las demandas y peticiones de tantas familias con necesidades y problemas dentro de la ciudad.

Dos meses después, la abrumante realidad parece imponerse ante los bríos e ímpetu con la que llegamos al Municipio de Copiapó. Las energías y voluntad siguen intactas, pero chocan todos los días contra una muralla de dificultades, crisis, deudas, fallas administrativas y un oscuro horizonte que no permite que la ciudad avance. Peor aún, ni siquiera se pueden proyectar iniciativas o grandes proyectos que saquen a la comuna del letargo en que se encuentra. 

Durante este período hemos debido preocuparnos por el tema del Lease-back financiero aprobado en el concejo anterior y donde próximamente tendremos que definir la entidad que entregará los recursos. Un verdadero salvavidas monetario para inyectar a las arcas municipales y generar un sinnúmero de soluciones a los problemas de los vecinos, pensaría cualquier habitante de la ciudad, pero no. Al final, se trata de dineros que serán destinados a «tapar hoyos» económicos provocados por las malas administraciones de los últimos años. 

Como premio de consuelo, se nos dice que con esos recursos se podrá recuperar los edificios de la Casa de la Cultura y la sala de cámara, inmuebles que jamás debieron hipotecarse, de haberse hecho las cosas de forma correcta al interior del municipio.

Y así, semana tras semana, concejo tras concejo, en vez de votar proyectos que beneficien directamente a la comunidad, como mejorar la salud primaria; potenciar el patrimonio y el turismo; hermosear, limpiar y recuperar los espacios públicos de la ciudad; brindar una mayor seguridad ciudadana; suministrar agua a los sectores que no tienen; iniciativas para actividades culturales; entre tantas otras materias. Pero a cambio, debemos aprobar medidas paliativas para pagar deudas que se arrastran por años y hacer todos los esfuerzos para entregar las mínimas condiciones a los funcionarios, que trabajan sin descanso, para que el municipio funcione en una especie de «semi normalidad».

Actualmente, contamos con una municipalidad que no se sustenta, sin independencia financiera, que genera gastos innecesarios y que son hasta cuestionados por la Contraloría.

Capítulo aparte para la deuda que aún se mantiene con un número de profesores municipales, a quienes no se les ha pagado correctamente el bono de subvención adicional especial (SAE), que en su tiempo debió ser cancelado con la venta de terrenos municipales, pero que jamás fue cubierta en su totalidad.

No es fácil trabajar así. Sobre todo con el fantasma siempre presente de una deuda municipal que supera los $3 mil millones.

Oscuro panorama que no es culpa de los habitantes ni de las familias de Copiapó que todavía siguen esperando por una solución a sus problemas.

Esto nos hace redoblar nuestros esfuerzos, gestionar a todo nivel e incluso exigir que se realicen las investigaciones judiciales necesarias hasta las últimas consecuencias, para evitar que sigamos en este camino de desviar nuestra atención para enmendar los errores del pasado, y de una vez por todas avanzar y enfrentar un futuro de forma mucho más optimista.

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