QUE EL CORAZON VUELVA A LATIR

Por Jorge Oporto Marín, Periodista

Copiapó, 29/09/2021, .”Que el corazón  vuelva a latir”, éste bien pudo ser el eslogan para conmemorar hoy el Día Mundial del Corazón que la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS) han llamado a recordar con el objetivo de crear y promover entornos favorables  para la salud cardiaca, a fin de  lograr que las personas sean capaces de tomar decisiones saludables  para el bienestar de su corazón en donde sean que vivan, trabajen, estudien y/o se diviertan.

Sin embargo, el lema es “Usa Tu Corazón para Conectarte” pues la pandemia no sólo postergó el tratamiento de enfermedades vinculadas al corazón, sino que también hizo que las personas se aislaran de sus amigos y familiares quedando así más expuestos o propensos a correr mayores riesgos al agravarse sus patologías cardiacas e incluso causarles la muerte.

Ambas organizaciones  concuerdan que la principal causa de muerte en el planeta son las enfermedades cardiacas, las cuales pueden ser originadas por diversos factores, desde el tabaquismo a la diabetes pasando por la presión arterial alta y la obesidad, y la contaminación del aire hasta patologías menos comunes como la Enfermedad de Chagas y la Amiloidosis Cardíaca o “Síndrome del Corazón Rígido”. El mal de Chagas es causado por un parásito denominado Trypanosoma cruzi y trasmitido al ser humano por la picadura de la vinchuca y puede producir desde arritmias  a la muerte. En Chile serían unas 120 mil personas portadoras del parásito, incluso algunas sin saberlo, porque la afección es mayoritariamente asintomática.

Finalmente, existe una enfermedad denominada “Síndrome del Corazón Destrozado” que el mundo científico se negó a aceptar por muchos años  pero que en el último tiempo investigaciones han comprobado varios casos. Es un “paro cardiaco” producto de una gran pena y está asociado, generalmente, con la pérdida del amor, es decir, parejas que se han separado y alguno de sus integrantes no resiste la pérdida de la persona amada o del vínculo afectivo que los unía y muere, literalmente, por y con el “corazón destrozado”.

En el mundo existen 520 millones de personas que viven con algún tipo de  enfermedad cardiovascular, de mayor y menor riesgo, siendo la más frecuente la arterosclerosis, acumulación de sustancias grasas en las paredes de las arterias, formando una especie de placas, que ocasionan la obstrucción de la circulación sanguínea. Ocasionalmente, las placas pueden desprenderse  y provocar oclusión de la arteria mediante un coágulo.

En el norte de Chile el vulgo, “el hombre de a pié”, las compara con las cañerías del agua potable que debido a la acumulación de sarro en su interior, se angostan y pueden colapsar provocado alguna rotura. Para algunas personas esta podría ser una comparación burda, sin embargo, es muy ilustrativa, casi didáctica.

El Día Mundial del Corazón, como asimismo el Mes del Corazón (agosto de cada año), son dos buenas instancias para promover  e informar  sobre conductas saludables y prevención de las enfermedades cardiovasculares, como asimismo difundir los factores de riesgos asociados a ellas, siendo uno de ellos y el más habitual la obesidad, aunque la diabetes también está registrada como una causa importante.

Aunque la contaminación del aire no está considerada como un gran riesgo en el contexto de dichas patologías, un aire con elementos tóxicos y según sus componentes y cantidad, puede causar la muerte de ancianos y niños.

La OPS señala que cada año en el mundo mueren 15 millones de personas antes de los 70 años debido a afecciones crónicas  y no transmisibles, entre las cuales están las dolencias cardiovasculares, distintos tipos de cáncer, diabetes y obesidad.

En doctor Muhammad Pate, Director del Departamento de Prácticas Mundiales de Salud, Nutrición y Población del Banco Mundial, indica que detectar y tratar afecciones anticipadamente antes que se vuelvan  más graves salva vidas, mejora los resultados de salud, reduce  los costos de atención médica y fortalece  la preparación frente a los brotes.

“Es fundamental -destaca-, aumentar las inversiones  en atención primaria de salud asequible y de calidad”, independiente del país o sistema socioeconómico que tenga cada sociedad.

EL DESFIBRILADOR

En mayo último se promulgó en Chile la Ley N°21.156 que estipula que en determinados lugares de gran afluencia de público “se debe contar, en forma obligada, como parte de su sistema de atención sanitaria de emergencia, con desfibriladores externos automáticos (DEA) portátiles  que estén aptos para su funcionamiento”.

El DEA analiza el ritmo cardiaco, identifica  arritmias “mortales” y administra una descarga eléctrica de manera segura para lograr que un corazón vuelva a latir, es decir, su uso es fundamental.

Entre los recintos que deben poseerlos figuran aeropuertos, puertos,  terminales de buses, recintos deportivos y otros con capacidad igual o superior a las mil personas, pero también gimnacios, hoteles, liceos, escuelas, universidades, cines, teatros, lugares de diversión o parques temáticos, casinos de juego, centros comerciales (mall), estaciones del transporte público (metro). Hoy, en un canal de televisión, mostraron que en Estación Baquedano del Metro (Santiago de Chile) existen cinco desfibriladores y personal especializado en su uso.

Sin embargo, la idea es que cualquier persona pueda usarlos y para eso cada desfibrilador tiene su catálogo de instrucciones, explicadas en forma muy didáctica. El lugar donde se encuentren debe estar convenientemente señalizado y su acceso debe ser expedito y libre de obstáculos, para su uso oportuno cuando sea requerido.

Organismos internacionales han señalado que es muy importante que toda la comunidad tenga los conocimientos necesarios para realizar la RCP (Reanimación Cardiopulmonar) pues el colapso súbito puede ocurrir, incluso, en la calle.

Esta técnica, de carácter manual, consiste en comprimir el tórax del paciente hacia abajo con los talones de ambas manos y dedos entrecruzados en el centro del esternón, en forma rápida y fuerte.   Se realizan 30 compresiones y luego dos ventilaciones contínuas o aplicación de respiración boca a boca  (insuflar aire a los pulmones del paciente o víctima),  y luego se reanuda la operación. Se aplican cinco ciclos y luego se revalúa la condición de la persona. Si no hay signos vitales se continúa la RCP hasta que llegue la atención médica necesaria y especializada. Es esencial para aquellas personas que sufren de manera súbita un paro  cardiorespiratorio (PCR).

Esta técnica puede ser enseñada desde los ocho años de edad, según la OPS.

Estimado lector, el consejo es el siguiente: realice cursos de RCP, motívese, averígue, pregunte, lea, instrúyase y exiga en su lugar de trabajo, en su establecimiento educacional, deportivo y otros, dicha capacitación, pues algún día puede ser un familiar, una persona muy querida o un amigo quien necesite la RCP, incluso usted puede necesitar ser reanimado y en esa circunstancia  sus compañeros serán fundamentales para que su corazón vuelva a latir.

 

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