Este tipo de reacciones en el organismo podrían alterar la absorción de los tratamientos en portadores del virus, generando problemas en el control de la enfermedad y el bienestar de los pacientes.
Una interacción medicamentosa (IM) es la reacción que puede producirse entre uno o más medicamentos, o entre uno de ellos y un alimento, suplemento o bebida. Asimismo, una persona con patologías de base también puede verse afectado por éstas por la ingesta de algún fármaco en particular. Por esto, los especialistas señalan que la aparición de estas interacciones en pacientes con VIH puede poner en riesgo su salud y el logro de los objetivos terapéuticos, por lo que es importante conocerlas para evitar efectos negativos en sus tratamientos.
Para Paula Molina, químico farmacéutico de Farmacias Ahumada, este es un tema preocupante, sobre todo si los pacientes no están conscientes de que existen y pueden perjudicarlos. “En pacientes con tratamientos prolongados, como portadores de VIH u otros crónicos, las interacciones pueden generar una disminución importante en la efectividad de los medicamentos, un incremento en su acción o efectos adversos no deseados. En este tipo de pacientes, cualquiera de estas alternativas podría representar un importante riesgo para su salud y bienestar”, indica.
El tratamiento contra el VIH –tratamiento antirretroviral o TAR- ha ayudado a que las personas portadoras tengan una expectativa de vida más larga y con un conteo viral controlado, reduciendo el riesgo de contagio o transmisión del virus. En este sentido, “las interacciones pueden afectar sus tratamientos, por lo que es fundamental un buen seguimiento clínico y una información clara hacia los pacientes”, señala Molina.
Una de las interacciones puede darse con los anticonceptivos orales u otros de tipo hormonal – como el parche o el anillo-, reduciendo la eficacia de los anticonceptivos, por lo que los pacientes en TAR que utilizan alguno de estos métodos puedan necesitar el uso de un método adicional o diferente para el control de natalidad. Asimismo, existen fármacos para tratar algunas afecciones renales y hepáticas que afectarían la absorción de los antirretrovirales, pudiendo significar un avance del virus si la dosis recomendada por el especialista no considera este tipo de circunstancias.
“Aunque menos frecuentes, las interacciones pueden darse también con algunos alimentos, afectando la absorción, incrementando o reduciendo su concentración en la sangre. Por ejemplo, alimentos con alto contenido de grasas y proteínas pueden incrementar la absorción de algunos antirretrovirales, mientras que la lactosa y alimentos con alto contenido ácido podrían generar efectos adversos –como vómitos o diarreas- y minimizar su absorción”, añade la farmacéutica.
Asimismo, la especialista es enfática al señalar que “también pueden generarse problemas con las hierbas medicinales, usadas frecuentemente en nuestro país y que muchos piensan no tienen mayor injerencia en nuestro organismo”. De hecho, un estudio publicado en 2017 por el British Journal of Clinic Pharmacyology reveló que las plantas medicinales más populares tienen importantes efectos en fármacos como los antirretrovirales, antidepresivos, antiepilépticos y otros utilizados para problemas cardiacos. “Por esto, tanto los pacientes portadores como otros enfermos crónicos deben ser extremadamente cuidadosos con estas sustancias”, comenta.
Por último, también hace hincapié en que todos los medicamentos -más aún aquellos asociados al tratamiento del VIH- deben tener una ingesta que asegure su efectividad. “Ciertos fármacos deben tomarse en ayunas, mientras que otros son indicados luego de colaciones o comidas importantes, buscando siempre el éxito terapéutico y minimizar algunos efectos adversos”.
De acuerdo a ONUSIDA, se estima que son más de 70 mil personas las que viven con el virus del VIH en Chile, de las cuales más de 45 mil reciben tratamiento con antirretrovirales. No obstante, el país sería el segundo con más casos nuevos en Latinoamérica, según el último informe del organismo, presentando el mayor número de contagios del continente entre 2010 y 2018, con un incremento del 82% en la prevalencia durante el mismo periodo.
En consecuencia, este grupo pasa a ser esencial en el control de la propagación de la enfermedad, por lo que las consideraciones sobre sus tratamientos farmacológicos son fundamentales. “Hasta la ingesta de una aspirina podría conllevar un riesgo para el bienestar del paciente y su tratamiento, siendo vital el acompañamiento e información que el médico especialista pueda entregarle a cada paciente”, concluyó la farmacéutica.