Por Bernardo Solís
Ex Ante
En los últimos días, el próximo gobierno se ha encontrado con una serie de recados de los grupos radicales armados que operan al sur del río Biobío. Todos le anuncian que la violencia continuará y comparan al Presidente electo con sus Sebastián Piñera y José Antonio Kast. “Boric y Kast son dos caras de la misma moneda”, dijo el líder de la CAM. Aunque levantaron polvareda, en sus dichos no hay ninguna novedad.
Las ideas están en la obra escrita de Llaitul. Una que se le puede atribuir directamente, porque la firmó, y otra que sin duda está inspirada en sus pensamientos. La primera se llama Weichan. Conversaciones con un weychafe en la prisión política, escrita con Jorge Arrate (Ceibo, 2012, 166 páginas) y la otra es Chem Ka Rakidum. Pensamiento y acción de la CAM (Coordinadora Arauco Malleco, 2019, 180 páginas).
Mi lucha. Weichan se construyó sobre una serie de conversaciones que Llaitul sostuvo con Arrate mientras el primero se encontraba preso en la cárcel de Angol. Llaitul advierte de entrada: “Los weychafe no son muchos. Pero las machi dicen que no serán necesarios muchos más. No estamos organizando una guerra en el sentido común y corriente de esa palabra, o con la perspectiva convencional occidental”.
- “La nuestra es también una confrontación cultural y espiritual. Es una contienda que tiene momentos y espacios diversos y cambiantes. Y la vamos a ganar. Por eso nuestro grito de guerra Wewaiñ”.
- A renglón seguido explica: “Nuestra pretensión no es constituir un ejército para que se vaya a la montaña. Nuestra lucha es de una integralidad profunda. El weychafe que reaparece con fuerza es, en las actuales circunstancias, antes que nada un luchador social, un trasmisor de ideas, un militante; en pocas palabras, un dirigente apto para valerse de diversas formas de luchar”.
- “El weychafe es un personaje que surge de la historia mapuche, de nuestra lucha eminentemente política y de reafirmación de lo propio (…) En mi caso, soy el producto de un encuentro de influencias. Por una parte, tengo experiencia como militante revolucionario, soy lo que la izquierda acostumbra llamar un cuadro. Fui formado en la preeminencia de las miradas y propósitos colectivos, en la utopía del hombre nuevo. Por otra, soy parte del proceso que he señalado: el regreso del weychafe. Cumplo un rol político e histórico-cultural en el contexto de la lucha de mi pueblo, de la nación mapuche”.
- Arrate, un político de la escuela clásica, lo lleva a definiciones a partir de los resultados electorales de la derecha en La Araucanía y Arauco, cosa que se repitió en las dos rondas electorales de este año. Llaitul reflexiona, y lo amplía hacia la izquierda. El párrafo es clave hoy:
- “Siempre que se habla de la posición de los mapuche, se hace en referencia a la postura de derecha o izquierda y, en el último tiempo, esta mirada está condicionada por el comportamiento que han tenido las diversas organizaciones mapuche. Usted sabe: algunas han mantenido ciertas alianzas con partidos políticos. En este sentido, la izquierda cree tener condiciones de preferencia, porque la realidad de nuestro pueblo oprimido nos acerca a los demás pobres de Chile. Entonces, se esboza una suerte de relación o alianza etnia-clase, que persiste en subordinar lo mapuche a una determinada clase”.
- “A estas alturas, este planteamiento es considerado por nosotros como otro signo de colonialismo etnocida. Es absolutamente claro que los mapuche no deberíamos ser de derecha ni estar con la derecha, menos en las actuales condiciones en que el sistema neoliberal pretende aniquilarnos. Pero no por eso manifestamos simpatías o cercanías con la izquierda, pues con ésta tenemos diferencias en el plano ideológico y en lo cultural.
- No hay que olvidar que poseemos un pensamiento cosmovisionario ancestral. En este sentido, lo mínimo que podemos decir es que los mapuche no somos una clase social, no somos proletarios, ni campesinos empobrecidos, como nos categoriza la visión marxista”.
Pensamiento y acción. Weichan es una buena experiencia de lectura, probadamente por la mano de Arrate. En cambio, Chem Ka Radkidum. Pensamiento y acción de la CAM es un libro “institucional” y una experiencia árida desde el comienzo. Impreso en clandestinidad, casi no tiene espacio sin una letra, y todas apretadas. El libro trae testimonios de miembros de los Órganos de Resistencia Territorial, ORT, y de militantes anónimos e históricos, que en su momento la prensa recogió.
- Pero no por eso hay que desatender la parte política del libro, que trae definiciones que sirven para proyectar lo que ocurrirá en los siguientes meses frente a un gobierno como el de Gabriel Boric. Ni frente a la Convención Constitucional.
- El libro aborda lo que denomina “nuestra intransigencia y radicalidad en la lucha territorial” y que les valió la distancia de otros grupos. Dice:
- “La lucha por el territorio expresada por la CAM, efectivamente generó un punto de quiebre al interior del Movimiento Mapuche. Esto se explica porque muchas agrupaciones no dieron y no dan prioridad a la lucha por el control territorial, privilegiando la búsqueda de participación política al interior de la institucionalidad opresora y la consolidación de sus estructuras políticas, para desde allí, se supone, recuperar el territorio”.
- “Sin embargo, la CAM siempre ha dado prioridad a la recuperación y reconstitución territorial, como base fundamental para la reconstrucción de nuestras propias estructuras políticas y para la revitalización, en definitiva, de todo el tejido económico, social y cultural mapuche. Por eso es que consideramos que la recuperación de tierras y el control territorial constituyen la plataforma básica de la reconstrucción de nuestra Nación. Es por lo anterior, que para comprender el pensamiento y la acción de la CAM, debe ser desde un mirada de territorialidad, en la defensa y la recuperación autonómica”.
- El libro profundiza, sobre todo explicando lo que la CAM entiende por autonomía. Es, también, una definición de lo que podría llamarse nacionalismo revolucionario.
- El texto habla de una autonomía “en los hechos y no en el derecho (opresor) es nuestra propuesta desde y hacia las Comunidades. Ahora bien, esta autonomía debe desarrollarse en el marco de una lucha decidida en contra del capitalismo neoliberal y en contra del Estado chileno: ‘unir dos vías que hasta hoy caminaban en direcciones separadas y cuando no contrarias. La lucha por la reivindicación nacional y la lucha contra el capitalismo’.
- En el amplio espectro de definiciones anti-sistema, la CAM hace converger tres elementos fundamentales en su pensamiento: “Autonomismo, Anticapitalismo (expresado concretamente en la acción directa) y el Pensamiento Revolucionario. Ya que en la medida en que nuestras Comunidades van practicando su cultura, desarrollando el mapudungun y su religiosidad, haciendo guillatún, txawün, kamarikun, nütxam, bajo formas específicas de quehacer político propio; se van organizando y luchando por la especialidad territorial, en el desarrollo cotidiano del ejercicio de la justicia, administración y economía propia. Esto significa una confrontación directa con la institucionalidad del Estado, e implica lograr cambios y transformaciones. Es liberarse sobre la base de ir acumulando y reconquistando. Eso es revolucionario”.