Cómo el virus del herpes desencadena la esclerosis múltiple

En esta enfermedad inflamatoria crónica del sistema nervioso central, el sistema inmune ataca las vainas de mielina que protegen las neuronas del cerebro y la médula espinal. Dicho de otro modo, la inflamación daña la vaina de mielina que aísla las células nerviosas, lo que finalmente interrumpe las señales hacia y desde el cerebro y provoca una variedad de síntomas, desde entumecimiento y dolor hasta parálisis.

Ahora una nueva investigación publicada en Nature muestra que el virus de Epstein-Barr, un tipo común de virus del herpes, desencadena la esclerosis múltiple al preparar el sistema inmunitario para atacar al propio sistema nervioso del cuerpo.

El virus de Epstein-Barr (VEB), causante de la monocucleosis y conocido como la
El virus de Epstein-Barr (VEB), causante de la monocucleosis -también conocido como el virus del herpes humano 4 o ‘la enfermedad del beso’, establece una infección latente de por vida en el huésped. Y la ciencia ha confirmado que prácticamente todos los casos de esclerosis múltiple están precedidos por una infección de VEB.

En concreto, el trabajo encontró que parte del virus Epstein-Barr imita una proteína producida en el cerebro y la médula espinal, lo que lleva al sistema inmunitario a atacar por error las células nerviosas del cuerpo.

El estudio muestra que esta conexión puede estar en las células inmunitarias llamadas células B, conocidas por producir anticuerpos que combaten las infecciones. Un anticuerpo dado puede unirse fuertemente a un objetivo molecular específico, llamado antígeno, que puede ser, por ejemplo, una parte de un virus, lo que desencadena el ataque del sistema inmunitario. Después de la infección, Epstein-Barr vive en algunas células B del sistema inmunitario y los anticuerpos desarrollados para combatirlo permanecen en la sangre.

“Esta es la primera vez que alguien ha demostrado de manera bastante definitiva que un virus es el desencadenante de la esclerosis múltiple”, cuenta en Futurity el coautor Lawrence Steinman, profesor de neurología en Stanford Medicine. “Y estos hallazgos abren algunas nuevas direcciones para los ensayos clínicos en el tratamiento de la EM”.

El virus de Epstein-Barr (VEB) es la causa principal de la mononucleosis (se transmite principalmente a través de la saliva, por ejemplo, al besar o beber del mismo vaso) y es tan común que el 95 por ciento de los adultos lo presentan. A diferencia de él, la EM, una enfermedad desmielinizante del sistema nervioso central, es relativamente infrecuente.

Y es que la mielina forma la capa protectora alrededor de las células nerviosas y, cuando se daña, los impulsos eléctricos ya no pueden saltar de manera eficiente de un nervio a otro, lo que provoca el entumecimiento, la debilidad muscular y la fatiga severa de la esclerosismúltiple.

«Este es un gran paso porque sugiere que la mayoría de los casos de esclerosis múltiple podrían prevenirse al detener la infección por VEB, y que enfocarse en el VEB podría conducir al descubrimiento de una cura para la esclerosis múltiple», añade el experto.

“Nadie sabe realmente qué causa las enfermedades autoinmunes y, durante muchas décadas, se han formulado hipótesis sobre todo tipo de virus diferentes”, cuenta William Robinson coautor. “Pero cuando se hicieron más averiguaciones, todo se derrumbó y resultó que contraer esos otros virus en realidad no causaba EM”. Pero el virus de Epstein-Barr sí.

De hecho, investigaciones anteriores han demostrado que los pacientes con esclerosis múltiple tienen más anticuerpos contra una variedad de virus comunes, incluidos el sarampión, las paperas, la varicela, el herpes zóster y el virus de Epstein-Barr. Sin embargo, más del 99 por ciento de los pacientes con EM tienen anticuerpos contra el VEB en la sangre, lo que indica una infección previa, en comparación con el 94 por ciento de las personas sanas.

Es algo parecido a lo ocurrido con el tabaco y el cáncer. «Los estudios encontraron un factor de riesgo 25 veces mayor para las personas que fumaban más de 25 cigarrillos al día», cuenta el virólogo Jeffrey I. Cohen, director del Laboratorio de Enfermedades Infecciosas del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas (NIAID, por sus siglas en inglés). «Esto es aún más alto».

Para asegurarse de que Epstein-Barr fuera el culpable, los investigadores comenzaron examinando los anticuerpos producidos por las células inmunitarias en la sangre y el líquido cefalorraquídeo (el líquido que rodea el cerebro y la médula espinal) de pacientes con esclerosis. Con los datos extraídos de esta y otras muchas pruebas y análisis, los investigadores construyeron un modelo conceptual de cómo el EBV podría estimular el desarrollo de la EM.

Primero, las células B que patrullan entrarían en contacto con el virus infectante, y algunas células B con anticuerpos (las que se dirigen a la proteína de EBV llamada EBNA1) se activarían. A medida que una célula B activada se divide para producir más células, las células se someten a un proceso llamado hipermutación somática (SHM), lo que podríaaumentar la capacidad del anticuerpo para atacar a una proteína humana llamada GlialCAM.

Luego, los anticuerpos se unen a GlialCAM que se expresa en las células sanas del sistema nervioso, lo que desencadena el ataque del sistema inmunitario y en última instancia, conduce al desarrollo de una enfermedad autoinmune.

“Hasta ahora, no teníamos una descripción paso a paso de cómo esto impulsa al sistema inmunitario a atacar la propia vaina de mielina de una persona.Esta nueva investigación llena esos vacíos y brinda claridad sobre cómo la infección por EBV puede causar EM”, explica Steinman.

La dificultad para establecer una relación causal entre el virus de Epstein-Barr y la esclerosis múltiple es que este virus infecta aproximadamente al 95 por ciento de la población, mientras que la esclerosis múltiple es relativamente rara y la aparición de los síntomas comienza unos 10 años después de la infección por el virus de Epstein-Barr.

Pero incluso si Epstein-Barr es el evento desencadenante de la EM, la infección por sí sola es insuficiente para un diagnóstico real. Epstein-Barr, al parecer, tiene que combinarse con una predisposición genética y posiblemente con factores ambientales, como el tabaquismo y la deficiencia de vitamina D, para aumentar el riesgo.

Es decir, se deben requerir uno o más factores adicionales para desencadenar la esclerosis múltiple ya que a pesar de que 9 de cada 10 personas en todo el mundo están infectadas con VEB, la mayoría no desarrolla esclerosis múltiple. Comprender el mecanismo subyacente será importante, dicen los expertos. Pero mientras tanto, «esta es la mejor pista epidemiológica que tenemos en cuanto a la causa de la EM». Los autores consideran que es un hallazgo esperanzador pero aún hay mucho trabajo por hacer y un arduo camino a recorrer ya que falta por «ver qué impacto tiene la prevención de la infección por VEB en la incidencia de la esclerosis mútiple».

Mónica De Haro

Síguenos en facebook

Comparte

Facebook
Twitter
WhatsApp