Un trastorno del sueño puede afectar la salud –debilitando el sistema inmune- y calidad de vida en general, dejando a un individuo más expuesto a enfermedades o aumentando los tiempos de recuperación. Además, está asociado a una mayor prevalencia de enfermedades cardiovasculares, diabetes y cáncer.
La Asociación Mundial de Medicina del Sueño señala que los trastornos del sueño ya constituyen una pandemia, amenazando la salud y calidad de vida de más del 45% de la población a nivel global. La tensión de la vida diaria, las presiones laborales o escolares, la falta de ejercicio y los malos hábitos alimenticios, son parte de las causas más comunes y que pueden acarrear una serie de efectos como la falta de concentración y energía, junto con otros más graves como la depresión o enfermedades cardiovasculares.
De acuerdo con la última Encuesta Nacional de Salud, más del 60% de la población sufre de algún tipo de trastorno del sueño, por lo que es fundamental tomar conciencia de que no dormir bien es un problema que se debe solucionar. “El sueño determina el óptimo funcionamiento de todos los sistemas del organismo. Funciones cognitivas, hepáticas, hormonales, regeneración de tejidos y el sistema inmune están asociados a un buen descanso. Con la alta incidencia que existe en el país, es necesaria la ayuda profesional cuando una persona no está alcanzando un sueño reparador”, indica Paula Molina, químico farmacéutico de Farmacias Ahumada.
Del mismo modo, añade que las personas que sufren de estos trastornos tienen mayor prevalencia de padecer enfermedades mentales, cardiovasculares, dolores crónicos, diabetes, obesidad, depresión, e incluso cáncer de acuerdo a varios estudios a nivel mundial. “También juega un papel fundamental a la hora de enfrentar y recuperarse de una infección o inflamación. Mientras dormimos, se liberan citocinas que son proteínas cruciales para las células del sistema inmune. La falta de sueño reduce la liberación de éstas, dejando a nuestro organismo con una baja respuesta para combatir agentes patógenos como los virus”, señala.
También existen evidencias empíricas que demuestran una asociación entre las alteraciones del sueño y problemas de salud mental, tales como trastornos alimenticios y de personalidad. De hecho, el Instituto de Salud Mental de EE.UU. calcula que entre el 50% y el 80% de personas con afecciones psiquiátricas presentan problemas crónicos de sueño.
Tener un sueño saludable está asociado a variados factores ambientales y psicológicos, por lo que identificar qué hábitos o elementos están influyendo en este problema será clave para solucionarlo. “Algo importante es la actividad física, que no sólo ayudará a combatir el estrés, sino que también nos producirá un gasto de energías que inducirá a un mejor sueño”, comenta la facultativa.
La Clínica Mayo pone especial énfasis en una alimentación saludable y horarios establecidos para el correcto descanso. Indica que deben evitarse comidas pesadas y la última debe realizarse –por lo menos- un par de horas antes de ir a dormir. Asimismo, es necesario evitar el alcohol, azúcares refinadas o estimulantes como la cafeína, además de mantener una buena hidratación a lo largo del día.
“Cabe señalar que también debemos aprender a preparar y proteger nuestras horas de sueño. Es importante generar un ambiente propicio, una pieza oscura y silenciosa, evitar estar expuesto a pantallas –por lo menos- una hora antes de irnos a dormir, y adoptar técnicas de respiración o meditación que contribuyan a un estado de relajación cuando llegue la hora de dormir”, especifica Molina.
Finalmente, existen sustancias naturales o medicamentos biorreguladores que pueden ser un apoyo para esta condición. Sin embargo, estos no son recomendados sin consultar antes a un especialista y generar los cambios de hábitos que ayudarán a recuperar el tipo y tiempo de sueño que necesitamos. “Hay que recordar que toda sustancia, aunque sea un producto natural, tiene efectos en nuestro organismo pudiendo -además- generar interacciones con otros medicamentos”, sentencia la farmacéutica.