Por Juan Pablo Negroni, country manager para Chile de IDE Water Technologies
Sin duda, la minería es un sector que constantemente está invirtiendo en innovación y en la adopción de nuevas tecnologías que mejoran sus procesos productivos, aumentan la eficiencia y generan ahorros, entre otros objetivos.
En tal sentido, dicho rubro fue uno de los primeros en Chile en implementar plantas desalinizadoras para suministrar agua a sus operaciones y para el consumo humano. De hecho, se espera que para el 2030 el uso del agua que proviene del mar se incremente en la minería por sobre el 150%.
De acuerdo a cifras de la Asociación Chilena de Desalinización (ACADES), en nuestro país existen más de 25 plantas desalinizadoras de carácter industrial, las que en conjunto producen más de 8.600 litros por segundo. De ese total de plantas, un 75% son empleadas en el sector minero, 20% en ciudades y 5% en los sectores pequero y eléctrico.
En ciudades como Mejillones y Tocopilla, por ejemplo, el 100% del agua potable ha sido producida por una planta desalinizadora.
Según la Asociación Internacional de Desalinización (IDA, por su sigla en inglés) en el mundo existen más de 20 mil plantas desalinizadoras, las cuales están presentes en más de 140 países, siendo Israel una de las naciones que más experiencia tiene en esta materia y en el reúso de las aguas servidas e industriales.
Dado el cambio climático que nos está afectando- que se traduce en menores precipitaciones y temperaturas más altas- y que ha dado lugar a unas de las sequías más grandes de los últimos años, en donde más del 50% de las comunas de Chile está con decretos de escasez hídrica, se hace necesario seguir el gran ejemplo que la minería nos ha dado en esta materia. Más aún con el reciente anuncio de un plan de racionamiento de agua realizado por el gobernador de Santiago, Claudio Orrego.
No obstante, junto con lo anterior es fundamental que se fomente un uso más eficiente y cuidadoso del agua, tanto en los diferentes mercados y la población en general, así como se estimule la implementación de tecnologías orientadas al reúso de las aguas servidas e industriales. Para ello se requieren, además, de una alianza entre los sectores público y privado, y de una normativa que estimule con claridad y rapidez las inversiones de esta naturaleza.
Adicionalmente, para el mediano y largo plazo, el gobierno debiera hacer lo mismo que se hizo para la sequía de 1998, que afectó a la generación eléctrica. En aquella oportunidad la autoridad convocó a todos los actores del sector a proveer soluciones de emergencia, a plazos y precios de emergencia.
La implementación de plantas desaladoras, para atender a las grandes ciudades de la zona central son proyectos que tardarán varios años (entre 5 y 7), por ende, se deben iniciar ya, y deben ser manejados como proyectos País. El primer paso para ello es hacer un “estudio de cabida” para llegar a identificar los sitios donde ubicar dichas plantas (así como el trazado de las aducciones) y, al mismo tiempo, levantar las líneas base correspondientes, de modo que los sitios elegidos queden listos para un proceso de licenciamiento ambiental.