Día del patrimonio: espacios vivos reconocidos por la comunidad, pero olvidados por la institucionalidad 

Por Juan Manuel Cáceres, concejal por Copiapó 

El patrimonio no es edificios olvidados y hechos bélicos, no. El patrimonio va más allá, son los espacios y formas en que nace y crece la comunidad, por eso no podemos dejar que se siga deteriorando la Ex Casa de la Cultura, la Casa Consistorial de Copiapó, un lugar actualmente casi sin cuidados que es fundamental para la ciudadanía local. Esta instalación se debe mejorar y tener en consideración por su importancia histórica, pero también por su importancia para generaciones completas que se formaron artísticamente en ese lugar. Aunque ahora no se dedique a las artes, sigue siendo fundamental para la memoria colectiva. 

Solemos pensar en el patrimonio como algo estático, espacios que tienen una asignación de importancia por ser algo interesante para la historia o la academia; cosas del tipo “aquí ocurrió algo importante o acá nació tal persona que hizo tal cosa”, pero el patrimonio es más que eso. Es el valor que la comunidad le asigna a lo que siente que es parte suyo. Por eso se llama patrimonio, porque uno siente que eso le pertenece o apropiación de parte de un nosotros, y a la vez uno se siente parte de eso. Esa relación se nota mucho cuando lo que uno identificaba como patrimonio desaparece, porque se percibe como una pérdida de algo que no deja de ser importante para tí y la comunidad a la que perteneces, como si fuera una gran familia. ¿Qué mejor ejemplo que el Río Copiapó? El río desapareció y con él, no solo el cauce y sus ecosistemas, sino también actividades típicas de los copiapinos y copiapinas, desde jugar entre las totoras, hasta ir a ver fauna allá y qué decir de mojar los pies o directamente nadar. Eso lo perdimos, porque el patrimonio común se transformó en propiedad privada. 

En el sitio del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio se señala: «los ciudadanos no son meros receptores pasivos sino sujetos que conocen y transforman esa realidad (la patrimonial), posibilitando el surgimiento de nuevas interpretaciones y usos patrimoniales”, también desde esa área se nos indica: “El valor de dichos bienes y manifestaciones culturales no está en un pasado rescatado de modo fiel, sino en la relación que en el presente establecen las personas y las sociedades, con dichas huellas y testimonios”, el patrimonio está dado por nuestra sociedad hoy, con sus contradicciones y cambios.  

Hoy, en el día del patrimonio, quiero destacar espacios que se llenan de vida com el Parque Kaukari, que va derecho a convertirse en algo patrimonial por el uso que conlleva, la Plaza de la Resistencia, que sigue siendo el punto de encuentro de la comunidad copiapina y la Placilla Morales, donde tanta gente se encuentra y sociabiliza, manteniendo algo del espíritu agrícola del Pueblo de San Fernando. 

Insistiré en que quiero manifestar mi preocupación, al ver el estado de descuido de la Casa Consistorial de Copiapó, donde funcionó por muchos años la alcaldía. Este lugar sigue siendo recordado por su anterior nombre: la Casa de la Cultura, ¿por qué? Porque fueron muchas las generaciones de copiapinas y copiapinos que allí aprendieron folclore, artes, música o incluso ajedrez, porque también funcionaba un club de ajedrez en ese lugar. Tenía un uso comunitario y un reconocimiento que sigue vigente hasta el día de hoy, el cual va acompañado de un tremendo valor histórico.

Plantearé en el Concejo Municipal mi preocupación por este histórico inmueble que tiene un gran valor patrimonial para Copiapó, el valle del mismo nombre y toda la región. Este espacio debe conservarse en óptimas condiciones, en la calle Chacabuco luce un desprendimiento que llega a dar escalofríos mirar desde la calle. Si uno revisa la propuesta del PLADECO comunal, una de las cosas que más se menciona es el carácter patrimonial de la ciudad. Tomémonos en serio este aspecto y además conmino a que instituciones como el Consejo de Monumentos Nacionales y espacios institucionales del Gobierno Regional obliguen a Ferronor a abrir de nuevo y dar correcta mantención a la Estación de Trenes de Copiapó. Un espacio de tremendo valor histórico, y que también es reconocido por la comunidad como central en su sentido de identidad. La empresa Ferronor no realiza actividades, y debería ser su obligación dar uso tanto a las vías ferroviarias como a sus instalaciones. Si no van a mover trenes, al menos muevan la historia y la cultura de nuestra ciudad. Así mismo, basta del fetiche por lo bélico, cuestionémonos cuántas fechas de guerra seguiremos celebrando. 

Abracemos elementos como los bailes chinos, las casas de obreros ferroviarios, la forma de construir local en quincha, los paseos al cerro La Cruz, sigamos creando comunidad y defendemos nuestro patrimonio común. 

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