Por Liliana Cortés, directora de Fundación Súmate.
Fundación Súmate del Hogar de Cristo, está de cumpleaños. Hace 29 años comenzaron a erigirse los cimientos de una institución que día a día lucha para que cientos de niños y niñas en situación de vulnerabilidad social no abandonen sus estudios.
No ha sido una tarea fácil. Ciertamente, son un orgullo y felicidad los cientos de niños y jóvenes que han egresado nuestras escuelas de reingreso y programas socioeducativos. Muchos de ellos han logrado cumplir sus sueños gracias al apoyo de sus familias y a los equipos de profesionales que los acompañan. Pero, como en todo camino, hemos tenido piedras y vallas que sortear.
Hoy no se sabe cuántos niños y jóvenes abandonaron sus estudios debido a la pandemia. Antes de la crisis sanitaria, la cifra era de 186 mil y en 2020 se habló 40 mil que habrían abandonado a causa de la pandemia. Sin embargo, este es un problema de larga data y ha quedado claro que no existe conciencia política de la necesidad de proteger la trayectoria educativa de cientos de adolescentes en situación de vulnerabilidad. Históricamente, el financiamiento público ha sido escaso y mezquino para las escuelas de reingreso que acogen a esta población. Y actualmente, el panorama se vislumbra menos auspicioso que nunca.
¿Qué pasaría si no existieran estas escuelas de reingreso? Tal vez, jóvenes como Yaritza, que fue expulsada tres veces del colegio, no habría terminado sus estudios. O Nicolás, quien repitió tres veces por su déficit atencional y que no se sintió acogido en ninguna parte, salvo en Súmate, donde los profesores lo acompañaron y comprendieron, habría quedado a medio camino de su trayectoria educativa.
Hoy celebramos un camino lleno de aprendizajes, felices y orgullos del trabajo y el compromiso de cada una de las personas que han sido y hecho nuestra historia. Queremos que sean muchos años más, pero esta tarea por recuperar trayectorias educativas no la podemos hacer solos. Necesitamos frenar la llave del abandono escolar con una oferta robusta y de protección para estos niños, niñas y jóvenes. Si no generamos políticas públicas en este ámbito, medidas estructurales fuertes, serán muchos más los que seguirán acumulando años de rezago escolar y brechas pedagógicas, incrementando el número de cinco millones de adultos que en Chile hoy no tienen su enseñanza obligatoria completa.