Los antigripales son productos farmacéuticos que contienen varios principios activos. Ellos, en combinación con otros utilizados para tratar patologías crónicas, podrían generar situaciones de cuidado -principalmente- en estos pacientes.
Durante el invierno, el uso de antigripales aumenta debido a las molestias que generan los síntomas propios de resfríos, gripes y algunas infecciones respiratorias causadas por diversos virus, como la influenza. No obstante, para las personas mayores o hipertensas, con problemas vasculares, con enfermedades al corazón, hígado o riñones, con glaucoma o alguna enfermedad respiratoria crónica, el uso indiscriminado de antigripales puede significar un grave riesgo para la salud.
Paula Molina, química farmacéutica de Farmacias Ahumada, es enfática en señalar que la automedicación es dañina para cualquiera, pero más aún para pacientes crónicos y personas mayores. “Estos pacientes suelen tener una polifarmacia importante, por lo que incluir estos medicamentos -que contienen dos o más principios activos- incrementa las posibilidades de interacciones y efectos adversos, pudiendo llegar a ser fatales en el peor de los casos”, indica.
Por ejemplo, en personas que sufren hipertensión arterial o problemas cardiacos, los antigripales que contienen antiinflamatorios no esteroidales (AINEs) como el diclofenaco, ketorolaco, ibuprofeno o el paracetamol, podrían aumentar o agudizar los síntomas, además de provocar edemas en las piernas (riesgo vascular de tipo aterotrombótico), descompensar insuficiencias cardiacas y poner de manifiesto o agravar crisis hipertensivas, de acuerdo con la Clínica Mayo.
“Asimismo, los descongestionantes alivian la congestión nasal estrechando los vasos sanguíneos y reduciendo la inflamación de los tejidos de la nariz, aunque esta constricción puede afectar a otro tipo de vasos, generando un aumento en la presión arterial. Si consideramos que casi el 30% de nuestra población sufre de hipertensión -según la última Encuesta Nacional de Salud- es clave que estos pacientes tengan un especial cuidado al momento de ingerir antigripales”, comenta Molina.
Por otro lado, el paracetamol -incluido en antigripales- si bien es un fármaco muy seguro y bien tolerado, es hepatotóxico si se consume en grandes cantidades, por lo que los enfermos al hígado deben evitarlo. “También es importante evitar su uso en pacientes con problemas de coagulación, ya que aumenta el riesgo de hemorragias potenciando el efecto de los anticoagulantes”, destaca la farmacéutica. Por lo mismo, este principio activo también debe ser ingerido con precaución en personas con afecciones cardiacas, pulmonares o con algún tipo de disfunción renal y hepática.
Ahora, muchos podrán pensar que la aspirina, por su efecto antipirético, analgésico y antiinflamatorio, podría ser más seguro de ser usado por este tipo de pacientes. “El ácido acetilsalicílico, el principio activo de la famosa aspirina es un AINE, que también tiene como efecto la gastrolesividad, pudiendo llegar a producir lesiones a nivel gástrico si su uso es prolongado. Por tanto, tampoco es recomendado para aquellos que sufren enfermedades gastrointestinales, como por ejemplo úlceras activas o crónicas, gastritis, antecedentes de hemorragias o perforaciones”, acota la especialista.
Por último, la farmacéutica pone énfasis en la utilización de medicamentos como los antibióticos en el manejo de cuadros gripales. “Los resfríos y gripes son procesos causados por agentes virales, incluyendo el coronavirus, por lo que la utilización de antibióticos no sirve para su tratamiento, pudiendo sólo ser utilizados bajo indicación médica. De hacerlo, sólo generará resistencia, agravando la disponibilidad de agentes sensibles para el tratamiento de cuadros infecciosos bacterianos. Vale decir, hará que en un futuro – cuando realmente necesites combatir una bacteria- el tratamiento no sea tan efectivo”.
Como bien lo indica Molina, “los resfríos comunes o gripes no tienen un tratamiento específico, sólo sus síntomas pueden ser aliviados mediante algunos productos farmacéuticos específicos. Por eso, en estos casos, la recomendación es siempre beber mucho líquido, descansar -para ayudar a que las defensas del organismo actúen frente al virus-, y consultar con el especialista sobre qué tipo de medicamento se puede ingerir, considerando las condiciones de base. Por más beneficiosos e inofensivos que parezcan, los antigripales podrían acarrear problemas de salud aún mayores para los pacientes que deben lidiar con alguna patología crónica”, finaliza.