Por Ulises Carabantes A.
Ingeniero Civil Industrial/Escritor/Investigador
“Estoy en total desacuerdo con tus ideas, pero daría mi vida por defender tu derecho a expresarlas”. Voltaire. Valga esta oración para mí y para aquellos que no piensan como yo. Dicho esto, expongo mi análisis.
El pasado 4 de septiembre terminó el proceso constituyente iniciado hace casi tres años, sancionado este término en el párrafo número doce del artículo 142 del capítulo XV de la Constitución vigente, que quedó plasmado en la reforma constitucional necesaria para dar origen al referido proceso constituyente terminado el pasado domingo y donde el pueblo chileno se manifestó en forma mayoritaria por rechazar la propuesta constitucional que se elaboró en la convención creada para tal efecto. Dicho párrafo señala “Si la cuestión planteada al electorado en el plebiscito ratificatorio fuere rechazada, continuará vigente la presente Constitución”.
Dado lo anterior, se mantiene vigente la Constitución de 1980 que hoy tiene sólo un 23% del contenido de aquella original de hace más de cuatro décadas y que para presentar esa cifra, el 23% referido, ha tenido sucesivas modificaciones, la mayor de las cuales se concretó durante el Gobierno del Presidente Ricardo Lagos, en forma tan amplia que la Constitución actual lleva la firma del ex Primer Mandatario socialista, cuyo logro constitucional en el año 2005 fue aplaudido sin cuestionamiento alguno por muchos de los que hasta el pasado domingo 4 llamaban a desechar la actual Constitución, que lleva como ya expresé, la firma del Presidente durante cuyo Gobierno aquellos ocuparon un cargo de confianza política en la estructura del Estado. Dada la radical modificación que ha tenido la actual Constitución en más de cuarenta años de vigencia, cuesta entender que la Carta Fundamental vigente sea “la Constitución de los cuatro Generales”, como la calificó hace un par de semanas su excelencia el Presidente de la República Gabriel Boric. Lo que sí quedó claro es que no obstante a como definió el Presidente a la actual Constitución, el pueblo chileno se pronunció rechazando la propuesta constitucional con un 62% de los votantes, que dicho sea de paso, concurrió masivamente a emitir su decisión, en una cantidad abrumadora de más de trece millones de chilenos y algunos extranjeros, dicho sea de paso.
¿Cómo se entiende tan abrumadora mayoría que estuvo por rechazar la propuesta de Constitución que según el Presidente era mejor que la de “los cuatro Generales” como el definió a la actualmente vigente?
Creo que el asunto de fondo es que quienes participaron en la redacción de la propuesta rechazada se creyeron depositarios de una especie de “verdad revelada” para definir el camino correcto para los chilenos. Un problema que tienen los ideólogos teorizantes o teóricos ideologizados, quienes se toman la atribución de decirle a un individuo o grupo humano “esto es lo que les conviene en vuestras vidas”, sin preguntar a los involucrados. En una de las definiciones donde supusieron los teóricos ideologizados tener en sus manos la señalada “verdad revelada” fue en la tan bullada plurinacionalidad, definición que segregaba a Chile en 11 naciones, diferenciando a los chilenos por razas, segregación evidentemente retrógrada y altamente peligrosa. Ya sabemos los tristes y lamentables resultados que se ha tenido en otros puntos del mundo cuando se ha impuesto la segregación racial. Desde el punto de vista de quienes redactaban la propuesta constitucional, amparados por sus teorías ideologizadas, estaban siendo los redentores, los liberadores de los pueblos prehispánicos. Desde el punto de vista de los pueblos prehispánicos la creación de aquellas 11 naciones en el territorio chileno significaba en la práctica una expulsión de la nación a la cual siempre han pertenecido y de la cual se sienten parte, la nación chilena. De otra forma no se explica que en las cuatro comunas con mayor identidad prehispánica, de acuerdo con el último censo de 2017, la opción rechazo haya sacado una altísima votación. En Puerto Saavedra, en La Araucanía, el rechazo obtuvo un 69% de las preferencias, en Alto Bío Bío en la Región del Bío Bío el rechazo obtuvo un 72% de las preferencias, ambas comunas con población mapuche. En Camiña, en la Región de Tarapacá, el rechazo se impuso con un 88% y en Colchane, en la misma región, el rechazo concentró el 95% de los votos, ambas, estas últimas comunas, habitadas por chilenos de origen aymará. El alcalde de Colchane, Javier García Choque, sentenció, “la constitución estaba alejada de la realidad aymará”. Claramente, los pueblos prehispánicos no quisieron ser expulsado de la nación chilena, pasando a ser parte de una nueva nación creada por la ideología teorizante de los convencionales constituyentes. Aspectos como este primaron sobre cualquier otro que pudiera verse beneficioso para los chilenos. El chileno en general no aceptó tal segregación, entre otras cosas que parecieron inaceptables.
Chile es un bello país, una sola nación, con múltiples culturas y hay que disfrutarlas, amarlas. En una fiesta costumbrista en la que estuve hace algunos años en la Provincia de Ranco, en la Región de los Ríos, pude probar mudai, un licor tradicional hecho de la fermentación del maíz, muy típico de huilliches y mapuches y en la misma fiesta costumbrista pude paladear y disfrutar una exquisita cerveza artesanal, fruto del trabajo y tradiciones de la gran población germana de la zona. Eso es nuestro Chile, múltiples y bellas culturas bajo una bandera, dentro de una nación que debe estar unida e integrada por el bien de sus hijos. Una nueva carta fundamental debe necesariamente basarse en este imperativo, interpretando el verdadero sentir de los chilenos, no el sentir que los teóricos ideologizados creían y afirmaban que los chilenos teníamos. Esto sólo estaba en sus cabezas.