Qué hacer para enfrentar el déficit habitacional

Uwe Rohwedder
Arquitecto y académico UCEN

Cómo enfrentar algo tan importante, de tan alto impacto en nuestro país y que necesita una salida urgente y políticas públicas acordes para cambiar una realidad que sólo ha aumentado la desigualdad. El déficit habitacional es creciente y acumulativo de los últimos diez años, tanto en la adquisición de la vivienda como en condiciones que sean adecuadas para una buena habitabilidad.

Se trata de un pendiente que necesita resucitar quizás con una mirada mixta entre pasado y futuro. Indudablemente y ante todas las pruebas, el mercado por sí mismo no ha sido capaz de dar respuestas a varios de los componentes que participan de este déficit. En primer lugar, la desregulación efectiva sobre el valor del suelo que sólo sigue siendo especulativa, hay buenos ejemplos de recuperación y adquisición de terrenos por parte del estado, que durante la época de existencia de la disuelta CORMU, esta declaraba un terreno como urgente para un proyecto y se llegaba a un acuerdo con el propietario para adquirirlo.

Como lo manifiesta Miguel Lawner, Premio Nacional de Arquitectura 2019, “no se debe entregar más la responsabilidad a la iniciativa privada. Que el estado adquiera los terrenos, realice los proyectos, haga planes seccionales, donde fije todas las normas de uso de suelo, y convoque a un concurso oferta para empresas constructoras que concurran asociadas a oficinas de arquitectura”.

Se puede avanzar en sistemas modulares flexibles, autoconstrucción y algo que existe en otras partes como lo son las cooperativas. Hoy podemos mencionar como excelentes ejemplos la Unidad Vecinal Portales y las Villas Olímpica y Frei, en que además de tener viviendas adecuadas hay un diseño y sentido de espacios públicos que permiten un desarrollo de la vida y todo lo que ello conlleva.

Por último, agregar valor al arriendo por sobre lo propio, pero a precios justos y sólo se ve posible dentro de un modelo mixto, pero de ser exitoso puede regular el valor. Es la llamada generación Z, la que necesita por su forma de ver el mundo más movilidad y necesita un mercado inmobiliario más abierto, diverso y accesible.

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