HERNAN MERINO CORREA: UN HÉROE CUYO LEGADO SE PERPETUA EN EL TIEMPO

  • Cada 6 de noviembre en todas las unidades policiales del país, Carabineros conmemora con honores el fallecimiento de este joven héroe del siglo XX, quien dio su vida, sin contemplar siquiera la posibilidad de rendir ante fuerzas superiores, el compromiso de lealtad y entrega, en defensa de la soberanía nacional.

La historia siempre se ha referido a los hombres elegidos y los ubica junto a la gloria. Este es el caso del Teniente de Carabineros Hernán Merino Correa, hijo del Capitán de Carabineros Carlos Merino Charpentier y de doña Ana Correa de la Fuente.

El Teniente Hernán Merino Correa, “Héroe del Siglo XX” y guardián de nuestra soberanía, nació en Antofagasta el 17 de julio de 1936 y aunque ya han transcurrido 57 años de su muerte, su recuerdo e impronta siguen vivas en cada uno de los más de 60 mil hombres y mujeres carabineros que integran esta noble institución.

HÉROE DEL SIGLO XX

El Teniente Merino, el héroe chileno del siglo XX, como todos los hombres jóvenes, amó la vida con pasión, pero, sin embargo, no dudó en desprenderse de ella para dar cumplimiento a su juramento de servicio, impulsado por una irreductible vocación y lealtad a sus obligaciones profesionales y a los deberes que la Patria, por azar del destino y del momento histórico, le demandó tan severamente.

Él respondió revelando las nobles virtudes que adornaban su persona, en un gesto de entrega y sacrificio, que no sólo conmueve al pueblo chileno, sino que despertó también la admiración de Gendarmería Nacional Argentina, institución que, como testigo histórica de la grandeza de este joven mártir, concurrió con una numerosa delegación, con su Comandante en Jefe a la cabeza y un escuadrón de cadetes, a la ceremonia del traslado de sus restos, para rendir su homenaje y honores, en una muestra de respeto a la valentía desplegada en el cumplimiento del deber. Joven que dio su vida, sin contemplar siquiera la posibilidad de rendir ante fuerzas superiores el compromiso de lealtad y entrega, en defensa de la soberanía nacional.

El héroe es aquel que ha adoptado una decisión tan firme como para sostenerla y probar su validez con la muerte. Hernán Merino Correa es uno de aquellos seres privilegiados que, con su muerte heroica, recibió los laureles de la gloria, transformándose en héroe para inscribir su nombre, con letras imborrables, en la historia nacional.

Joven, disciplinado y con un rostro profundamente sereno, de inocencia casi infantil, este hombre egresa en 1957 como Subteniente. Es ya un tipo delgado, pero que, a pesar de aparentar una seriedad propia de su uniforme, a veces se suelta sacando su personalidad alegre y jovial. Es un hombre de bien, amante hijo, preocupado hermano y con sus seres queridos, recordado hasta hoy como un ejemplo de honestidad y rectitud, digno representante de su institución y de los mejores hombres que ha producido nuestra sangre chilena, hijo de la nobleza castellano-vasca y de la fuerza guerrera araucana.

Todos estos positivos atributos le fueron reconocidos en vida, como ha quedado constancia de ello. Un hombre ejemplar, demasiado para este mundo.

El Teniente Hernán Merino Correa fue sepultado con máximos honores en el mausoleo de Carabineros de Chile, donde se alzaron todas las voces para resaltar su heroica gesta, uniéndose los chilenos como uno sólo para venerar al inmortal Merino, ascendido póstumamente por gracia al grado de General de Carabineros, muerto en cumplimiento de su deber, conforme Ley N° 16.468 de fecha 3 de mayo de 1966, poseedor de la condecoración Premio al Valor, por el heroísmo demostrado en el resguardo de nuestra frontera, según Decreto Supremo 818 del 01 de junio de 1966.

Erección de monumentos en las principales ciudades del país en memoria del teniente Hernán Merino Correa, reconocimiento ciudadano a su gesta en distintas localidades al recordar su impronta con su nombre en múltiples avenidas, colegios, escuelas y clubes deportivos.

VIDA DEL TENIENTE MERINO CORREA

El Teniente Hernán Merino Correa, ingresó a la Escuela de Carabineros en marzo de 1956, inspirado por un profundo espíritu de servicio. El 16 de diciembre de 1957 egresó como Subteniente y luego de trabajar en diferentes unidades y ser ascendido a Teniente en marzo de 1961, fue destinado a la Prefectura de Aysén, sirviendo en la 1ª, 2ª y 3ª Comisarías, entre 1962 y 1964. Luego regresó a la capital, para integrarse al Segundo Curso de Perfeccionamiento de Tenientes.

Terminado el período de capacitación, volvió a la XI Región como jefe de la Tenencia Cochrane, unidad en la que se encontraba cuando se produjo el incidente fronterizo que le costó la vida en la zona de Laguna del Desierto.

Los hechos que culminaron con su trágica muerte, comenzaron a gestarse en octubre de 1965, cuando el colono Domingo Sepúlveda se presentó en el Retén Lago O’Higgins, para denunciar que dos días antes había llegado a su casa una patrulla de la Gendarmería Argentina, cuyo comandante le exigió que concurriera a Río Gallegos, ciudad transandina, dándole un plazo de 25 días para normalizar su situación legal en el país vecino, bajo apercibimiento de detención si no cumplía dicho trámite en el tiempo indicado.

Con la finalidad de verificar esta denuncia, dar protección al colono y patrullar nuestro territorio en Laguna del Desierto, Carabineros envió al Mayor Miguel Torres, quien estableció una avanzada en los terrenos del denunciante. Desde ese lugar, una patrulla integrada por ese oficial, el Teniente Hernán Merino, un Sargento y dos Carabineros se trasladó ocho kilómetros al sur, donde levantó su campamento.

Corría entonces el 5 de noviembre de 1965, jornada en la que dos cuadrimotores argentinos sobrevolaron las carpas de los carabineros, operación que también efectuaron a muy baja altura otros aviones pequeños. Al día siguiente, el Mayor Torres recibió instrucciones para levantar el campamento y retroceder hasta la avanzada.

Alrededor de las 16:30 horas, y cuando todo hacía pensar que el tema que los había llevado a ese sector de Laguna del Desierto ya estaba resuelto por los gobiernos de Chile y Argentina, una partida de alrededor de noventa gendarmes rodeó el campamento de Carabineros.

El Mayor Torres avanzó sin armas hacia donde presumía que estaban ocultos los gendarmes y pidió a viva voz hablar con el oficial a cargo. El Oficial siguió adentrándose en el bosque, a la par que reiteraba sus llamados a los gendarmes, sin obtener respuesta.

En ese momento, Merino y el Sargento Manríquez corrieron en dirección al sendero por donde avanzaba el Mayor Torres. Fue en ese instante cuando una bala salió de la espesa arboleda e impactó al teniente en el pecho, tras lo cual se sucedió un cerrado tiroteo.

Torres se arrojó al suelo cerca del herido, quien, agonizante, le dijo: «Me fregaron, mi Mayor». Fueron las últimas palabras de aquel heroico y joven oficial.
En tanto, el Sargento Manríquez también fue alcanzado por la metralla, desplomándose junto a un árbol, mientras el Cabo Menar, que corría en apoyo a sus compañeros, debió optar por socorrer al Teniente moribundo y al Sargento herido.

Tras esos episodios, un Comandante argentino ordenó a sus hombres que dejaran de disparar. El silencio llenó el ambiente, enrarecido por el olor a pólvora mortal.

Los carabineros, que en ningún momento hicieron uso de sus armas, permanecían incrédulos ante lo ocurrido, mientras el Comandante ordenaba que el cuerpo del Oficial abatido, el Sargento herido y el resto de los integrantes de la patrulla fueran conducidos a territorio argentino, estos últimos en calidad de prisioneros.

Allí permanecieron hasta el lunes 8 de noviembre de 1965, día en que fueron entregados a las autoridades chilenas, junto al cadáver del Oficial ultimado. Es por esto, que cada 6 de Noviembre, Carabineros de Chile conmemora a este joven mártir que dio la vida por su Patria.

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