Señor Director:
El 1º de Marzo de 2005 la maestra de cultura mapuche Quinturay Raypán, me señalaba:
“Los hombres parecen mujeres y las mujeres, hombres. Las niñas no tienen torso de mujer, han perdido la feminidad, los niños nacen ‘mal hechos’…”.
“Quedan muy pocos con el poder de ver. Por ejemplo, antes se veía el águila de dos cabezas, en Boroa, en Nueva Imperial, que es un animal que existe. Pero algo sucedió y el poder de ver se ha perdido. La mente se ha debilitado. Ya no se comprende, no se conoce. El hombre se ha mermado, se ha perdido… Y Chile, nuestra patria, Rafael, se está destruyendo irreversiblemente”.
En esta fundamental comunicación hay claves premonitorias –“los hombres parecen mujeres y las mujeres, hombres…” y“…Chile, nuestra patria, se está destruyendo irreversiblemente”–.
La merma, la disminución del hombre tiene un impacto, o mejor, una correspondencia directa sobre la tierra –la patria, el Chili Mapu–. El alejamiento y olvido de la tradición sagrada y sus normas, es decir, el Admapu, implica el desequilibrio o desarmonía de la tierra –su destrucción– y junto a ello, la pérdida de la capacidad de ser y por ende, de ver. La analogía hombre-tierra y viceversa es decisiva: Se trata, precisamente, de los “hombres de la tierra”, los verdaderos mapuches.
El adagio hermético es arquetípico: Quod est inferius est sicut quod est superius. Et quod est superius est sicut quod est inferius, ad perpetranda miracula rei unius.
Esta fue nuestra antigua tradición. Hoy, nuestra amada tierra, nuestra venerada Patria, ha sido invadida con la venia de las nefastas autoridades gubernamentales del gran circo democrático, la pasividad de las Fuerzas Armas y la absoluta indiferencia del “pueblo”.
La advertencia de Quinturay Raypán se ha hecho real: Chile ha sido destruido.
Rafael Videla Eissmann