Bendición de los enfermos en el Santuario de La Candelaria

Celebración reunió a cientos de personas para recibir el sacramento de la unción de los enfermos.

En un ambiente de profunda fe y esperanza se vivió en el Santuario la Bendición de los enfermos, la tarde de este lunes 30 de enero. Personas con enfermedades, discapacidades físicas y cognitivas, o muy ancianas, llegaron hasta el santuario para recibir la unción de los enfermos de manos del obispo y los sacerdotes que acompañaron la celebración.

En su reflexión, el obispo, Monseñor Ricardo Morales, instó a confiar en el Señor en los momentos de dolor. “Pidamos a nuestra Madre Candelaria que nos aumente la fe, que nos permita confiar en su hijo, que podamos entregarnos en sus manos, porque ella sabe lo que sienten sus hijos antes de decírselo”. Habló de la sanación física pero también la sanación del corazón, e invitó a decir a María: “Madre querida, cuídame, sáname, llévame a tu hijo para que mi corazón se transforme, ahí queremos fundar nuestra vida”.

Luego de este mensaje, los sacerdotes junto al obispo bajaron hasta la asamblea reunida en el patio del Santuario, para entregar el sacramento de la unción de los enfermos.

Al finalizar, el obispo bendijo de manera especial a las y los cuidadores de enfermos y adultos mayores, invocando con gratitud la bendición del Señor por la labor que realizan en los hogares y centros de salud.

Después de esta unción, la imagen grande de La Candelaria permaneció en el patio, para que las personas pudieran acercarse y saludarla.

Comunicar el amor de Dios

Durante la su catequesis en la novena, el obispo continuó recogiendo ideas del Documento para la etapa continental del Sínodo, hablando de ser una Iglesia en salida, en permanente estado de misión, y llamando a ser audaces y creativos en la evangelización. Se entró en dos ideas: la primacía de Dios, y la conversión personal, ambas claves para la renovación eclesial.

Durante la misa de la tarde, el llamado fue a ser testimonio de vida, a reconocer a Jesús y confiar en él, lo que nos dará fuerza para la misión. “Si hemos recibido el amor y la misericordia de Dios, ¿cómo no la vamos a comunicar?” preguntó don Ricardo al concluir.

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