Verónica Morales Ibánez
Directora Ejecutiva Fundación Lepe
Hace unos días, la Ministra de Medioambiente Maisa Rojas, declaró que la biodiversidad será la prioridad ambiental 2023, considerando como desafío principal; “transversalizar y relevar la importancia de la biodiversidad”. Esta tarea que en palabras más simples se refiere a conservar la variedad de seres vivos en nuestro planeta, viene impulsada entre otras razones por el histórico acuerdo logrado en la COP15 sobre Diversidad Biológica, donde 188 gobiernos consensuaron proteger el 30% del planeta y el 30% de los ecosistemas degradados para 2030.
La naturaleza es clave en nuestra subsistencia como sociedad, de hecho, según datos del Banco Mundial, más del 50 % del PIB a nivel planetario -44 billones de dólares-, depende de los servicios que la naturaleza nos brinda.
En esta innegable interdependencia entre naturaleza y humanidad, el desafío es de tal magnitud, que aún cuando se trabaja a nivel mundial, estatal, no gubernamental y privado; proteger el 30% de la biodiversidad de aquí a 2030 se ve como una meta casi imposible, donde el aporte de cada persona es esencial. En ese espíritu, los meses de verano, donde la mayoría salimos de vacaciones y vamos a descansar a otros lugares, la invitación es que seamos turistas conscientes y respetuosos, sobre todo en aquellos lugares donde no conocemos la diversidad de flora y fauna del espacio y por lo mismo se hace más difícil cuidarla.

Campañas como ésta, donde Fundación Lepe trabaja en colaboración con otras organizaciones de la zona, no sólo buscan concientizar y comprometerse con el entorno natural del que dependemos como humanidad, también instala la necesidad de hacernos responsables de los destinos que visitamos, dejando una huella o impacto positivo, a través de un turismo responsable y sustentable, que priorice la mantención de la identidad del lugar, su desarrollo sostenible y la economía local.









