El filósofo Jean-Jacques Rousseau afirmaba en El Contrato Social (1762): “Por otra parte, cualquier malhechor, atacando el derecho social, se hace por sus maldades rebelde y traidor a la Patria; violando sus leyes deja de ser uno de sus miembros; y aun se puede decir que le hace la guerra. En tal caso la conservación del Estado es incompatible con la suya; fuerza es que uno de los dos perezca; y cuando se hace morir al culpable, es menos como ciudadano que como enemigo. El proceso y la sentencia son las pruebas y la declaración de que ha roto el pacto social y de que por consiguiente ya no es un miembro del Estado. Mas como ha sido reputado como tal, a lo menos por su residencia, se le debe excluir por medio del destierro como infractor del pacto, o por la muerte como enemigo público; pues semejante enemigo no es una persona moral, es un hombre, y en este caso el derecho de la guerra es de matar al vencido”.
¿Cuántos malhechores, rebeldes y traidores tenemos en Chile? ¿Cuántos han violado las leyes? ¿Cuántos son los enemigos que han atacado al Estado, rompiendo el “pacto social”, haciendo su conservación “incompatible”? Aún más: ¿Cuántos han traicionado a nuestra Patria, vendiéndola y entregándosela a los extranjeros, tanto a los capitales transnacionales como al marxismo, a la gran alianza capitalista-comunista que rige a Occidente desde 1945?
Nuestra nación fue destruida y es hoy el gran alcantarillado afro-latinoamericano. El gran basural “multicultural” y de “diversidad” que es, sencillamente, la antítesis de nuestra identidad, nuestra cultura e historia.
La pregunta necesaria es: ¿Cuál es el “contrato social” que rige a Chile?
Rafael Videla Eissmann