Paula Araya
Gerente General de The Body Shop Chile
¿Alguna vez han visto un comercial de productos anti-edad o antiarrugas para hombres, o protagonizados por uno? La verdad es que existen, pero son muy escasos. Es iluso intentar objetar que la industria cosmética pone especial atención en el público femenino cuando se trata de comercializar productos cuyo propósito es “evitar los signos del envejecimiento”.
Frases como “combate los signos de la edad”, “desafía la gravedad en tu piel”, “reduce tus arrugas y líneas de expresión”, “luce más joven en sólo semanas”, son comunes y pueden ser escuchadas casi a diario en los medios de comunicación. El problema es que cuando nos fijamos en esos comerciales, quienes los protagonizan usualmente son modelos o rostros de televisión maquilladas, retocadas digitalmente, y hasta con cirugías estéticas. En esas condiciones cualquiera luciría más joven, ¿no?
Es obvio que las consumidoras no son responsables de ser bombardeadas décadas con estos mensajes que ponen en jaque nuestros valores y nuestra imagen. Pero cuando trabajamos dentro de la misma industria cosmética, puede que seamos un poco cómplices de las ideas negativas que se emiten. Es imprescindible enfocar nuestro trabajo de forma positiva sin criticar o desmoralizar a las personas con respecto a su cuerpo, ni hacerles sentir que su imagen es más valiosa que sus virtudes para cambiar las expectativas de cómo debemos vernos las mujeres.
Envejecer no es algo malo. Las líneas de expresión y arrugas surgen cuando sentimos nuestras emociones: reímos, lloramos, nos sorprendemos y nos indignamos. Si quisiéramos vivir sin arrugas, tendríamos que renunciar a expresarnos con libertad. Por intentar mantener una piel “perfecta”, no vale la pena dejar de disfrutar cada momento. En la medida que el tiempo avanza, nuestras canas y arrugas demuestran que hemos experimentado y crecido como cualquier ser humano, y podemos permitirnos celebrarlas.
En The Body Shop diseñamos nuestros productos y nuestras campañas para que las personas vean las cremas, tónicos y demás productos como herramientas útiles para cuidar, amar y proteger nuestra piel y cabello, no para controlar o esconder lo que nos hace especiales. Buscamos celebrar nuestra diversidad, colores, estilos y formas, todas únicas a cualquier edad. No podemos evitar envejecer, pero sí hacerlo con dignidad. Replanteémonos qué le estamos enseñando a las nuevas generaciones y persigamos una vida y piel sana, libres de estereotipos dañinos que nos hacen creer que valemos más por nuestro exterior que por nuestro talento y experiencia.