Luis R. Oro Tapia
Politólogo y académico UCEN
La inseguridad está por doquier. Y no sólo en el mundo urbano, también en el rural. Una de las tantas causas del actual desastre ‘securitario’ es la impotencia política del Estado chileno.
Él se fue deslegitimando por múltiples razones y de variada índole. Apunto sólo dos de un largo listado. Las reiteradas descalificaciones provenientes desde dos flancos opuestos. Por el flanco izquierdo lo hicieron algunos grupos radicales que reniegan de la existencia del Estado mismo y por el flanco derecho los empresarios embriagados por el discurso neoliberal. Ambos vieron en el Estado un mal, aunque por diferentes motivos.
Un Estado deslegitimado, aunque tenga recursos, no puede hacer mucho al respecto; porque está moralmente invalidado y porque quienes lo gestionan carecen de real voluntad política. No es esta o aquella coalición, partido o gobierno, es la élite en su conjunto. Es verdad que hay algunas excepciones, pero son sólo eso, aunque habría que preguntarse qué tan prudentes son.
Con todo, el tiempo dirá si el Estado chileno —o sea quienes lo administran— es capaz o incapaz de tomar decisiones sustantivas al respecto