Desafío para Chile

Por Ulises Carabantes Ahumada

Ingeniero Civil. Escritor.

Hace unas semanas, seis u ocho tal vez, la presidente del partido socialista Paulina Vodanovic, afirmó que el gran desafío que tenía Chile era que el partido republicano no sobrepasara el veinte por ciento de la votación nacional. Frente a esos dichos hay aspectos que creo importante señalar. En primer lugar eso de que era un desafío para Chile el hecho de que los republicanos obtuvieran menos del veinte por ciento del apoyo ciudadano, demuestra la eterna, errada y maximalista visión de la izquierda en el sentido que sus objetivos son los objetivos “del pueblo” o en este caso, como afirmó la señora Vodanovic, de Chile. Aquello del límite electoral que se le quería poner a los republicanos no era más que un desafío a abordar y tratar de lograr por el partido socialista y por el resto de la izquierda, el que no es necesariamente congruente con los objetivos del pueblo como quedó demostrado el pasado 7 de mayo. Valga señalar como segundo punto a observar el hecho que el pueblo de Chile le mostró a la señora Vodanovic que una amplia mayoría del país está abogando por certezas, las certidumbres que dan tranquilidad para sus vidas y las de sus familias, a través del trabajo diario en paz. A partir de octubre de 2019 se usó por parte de la izquierda, casi hasta el cansancio, el término dignidad. Un país verdaderamente digno es aquel donde todos los días cada uno de sus habitantes tiene un puesto de trabajo donde acudir a ganarse la vida. Un país indigno es aquel donde los habitantes son dominados por una casta política privilegiada a través del estómago, teniendo que recurrir cada persona al político más cercano, una alcalde, un concejal, para que les entregue semanalmente una caja con tallarines, un kilo de azúcar y un par de tarros de jurel tipo salmón. Eso es indigno. Sólo el trabajo nos hace libres y dignos. Eso es lo que están votando los chilenos mayoritariamente en el presente, 4 de septiembre de 2022 y 7 de mayo de 2023. Alguien podrá decir, “pero como, si el presidente Boric y sus seguidores querían convertirnos en Finlandia, Noruega o Nueva Zelanda”. El propio actual primer mandatario se encargó de aclarar aquello en varias oportunidades al exclamar, empuñando una de sus manos, como debe ser en una persona como él, “¡aguante la revolución bolivariana carajo!”. No es precisamente en Finlandia, Noruega o Nueva Zelanda donde se lleva a cabo la llamada revolución bolivariana, sino en Venezuela donde existe una crisis social de tal envergadura que ésta ha derivado en una crisis migratoria que nos ha venido a afectar a los chilenos, por la irresponsable forma como el Estado de Chile ha enfrentado tal crisis foránea. Contra toda esa realidad votaron masivamente los chilenos el pasado 7 de mayo. El objetivo y desafío de Chile era y es que tal catástrofe social no caiga sobre Chile, así como ha despedazado Venezuela. Valga señalar que, felizmente, no se ven desesperados chilenos yendo a vivir al paraíso bolivariano venezolano, como cientos de miles de venezolanos buscan salir de ese paraíso para venir a este infierno capitalista o neoliberal, como lo quieran llamar, existente en Chile. Como tampoco jamás se vio a desesperados estadounidenses arriesgando sus vidas para llegar a Cuba, como si se han visto, por miles, míseros cubanos navegando en lo que fuera para salir de su isla y llegar a Miami. Que alguien me explique esto. El chileno, en general, “huaso ladino”, observa en silencio, fija sus desafíos y vota, desafíos que no eran ni son precisamente los que plantea la presidente del partido socialista, señora Vodanovic.

Es importante volver a destacar que los chilenos han apoyado mayoritariamente a los partidos que les dan certezas como proyección de futuro. El actuar del actual gobierno y la coalición que lo apoya no da aquello, definitivamente no. Hasta en el rescate histórico el actual presidente le anuncia implícitamente a la ciudadanía, casi en forma irresponsable, que no está por entregar certidumbre a sus compatriotas. Se aferra porfiadamente a la figura del ex presidente Salvador Allende, cuyo gobierno se caracterizó precisamente por no dar certidumbres a Chile, en las acciones y también en las palabras. En su discurso a los chilenos el 21 de mayo de 1971; Allende explicando frente al Congreso su “vía chilena al socialismo” señaló, entre otras cosas: “pisamos un camino nuevo; marchamos sin guía por un terreno desconocido”. Ya sabemos en el desastre que terminó el intento de jugar a “la gallinita ciega”, sabemos en lo que terminó el hecho de caminar por un terreno desconocido sin guía alguna, llevar a Chile al borde de la cruenta guerra civil, como lo anunció el propio Allende en más de una oportunidad y que costaría no menos de quinientos mil chilenos muertos, situación que terminó abrupta y violentamente en septiembre de 1973 con la intervención de las fuerzas armadas y de orden unidas, hecho que evitó que la tragedia de la guerra interna desangrara a Chile y que tuvo un costo cercano a tres mil vidas. Hoy, felizmente, el transito político lo ha ido conduciendo el actuar democrático de los compatriotas. Los chilenos, con un lápiz y un papel han marcado claramente cuáles son sus objetivos, sus desafíos, que evidentemente no son los mismos que planteaba la señora Paulina Vodanovic, presidente del partido socialista.

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