Carlos Guajardo Castillo
Director de Pedagogía en Educación General Básica, U.Central
No hay momento en el día en que hagamos uso del celular y la información que nos proporcionan millones de sitios webs. Fundaciones relacionadas con el mundo de las telecomunicaciones, señalan que pasamos más de 150 veces al día mirando el celular, esto sea para comunicarnos por las redes sociales o buscar información en Internet.
La tecnopatía, es justamente el término utilizado por un exceso abusivo de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación. Preferimos estar “pegados” en el teléfono móvil o videojuegos, a realizar actividad física, leer un libro o cenar con amigos. Especialistas en psicología y medios de comunicación audiovisual, advierten el efecto que traen una serie de tecnopatías en niños, jóvenes y adultos. Entre ellas están el insomnio tecnológico suscitado por la luz azul de las pantallas; el síndrome de la llamada o vibración imaginaria, en que pensamos que el celular nos está sonando y rápidamente nos alertamos en revisar; depresión por las redes sociales, en que algunas personas pueden caer en un aislamiento y disminución de la autoestima y la nomofobia que se sufre cuando no llevamos con nosotros el smartphone. Dichas consecuencias van cada vez en aumento, incluso, desde el momento en que el bebé se encuentra en el vientre de la madre.
No es de esperar que, muchas situaciones de violencia y estrés que acontecen en la familia y en la educación, estén asociadas con una escasa moderación en el uso de las tecnologías, así hemos visto cómo en algunos colegios se ha prohibido su uso en el desarrollo de clases y otras instancias importantes de socialización al interior del establecimiento. Todo es reversible en la medida que exista la voluntad por no depender estrictamente de ellas.