Señor Director:
Nuestros nobles ancestros, aquellos hombres y mujeres que cimentaron la nación chilena –procedentes de la España guerrera y de la estirpe de indómitos araucanos–, jamás intuyeron el siniestro fatum que hoy nos rige: Un país-alcantarilla, un basural dirigido por agentes marxistas de Izquierda y Derecha –la alianza comunista-capitalista que rige desde 1945 al mundo occidental– e invadido tanto por las transnacionales del oro como por las masas de invasores afro-tropicales.
El país ha sido invadido en todos los campos, hecho que implica la innegable destrucción de la nación chilena –nuestra visión de mundo, nuestra raza, nuestra cultura, nuestra lengua–. Y esto, que debiese ser lo más importante para ‘nuestras’ autoridades políticas, para las Fuerzas Armadas, para los ‘intelectuales’ y por cierto, para el pueblo, NO LO ES. La tecnotrónica y el “hipnotismo colectivo” por medio de la infinita red de macro y micro tecnologías, ha dominado las consciencias: Todos son esclavos sin cadenas del Sistema, del Gran Mecanismo que domina al globo, transformando a nuestra patria en esta siniestra favela de criminales, traficantes, degenerados, prestamistas y mafiosos que rigen la agenda de la “democracia”, de los “derechos humanos” y de cuanta bazofia rimbombante suene adecuada para los oídos de los durmientes.
Sólo un ‘milagro’ salvará a Chile.
Rafael Videla Eissmann