Uwe Rohwedder
Arquitecto y académico U.Central
Hoy se investiga con profundidad las relaciones entre el espacio construido y el comportamiento humano, es una búsqueda para comprender cómo nos afecta a lo largo de nuestras vidas. Además de crear y ofrecer mejores espacios, como arquitectas y arquitectos debemos ser conscientes y responsables de las personas que habitarán esos lugares y también de un proceso que es más que un tema de diseño pues conlleva un rol social ineludible. La buena arquitectura, un derecho humano para todas y todos.
Acaba de terminar el congreso de la UIA (unión internacional de arquitectos) en Copenhague, ciudad que acaba de ser nombrada Capital Mundial de la Arquitectura, en la cual los temas tratados incluyen nuevos hallazgos de la ciencia, (neuro arquitectura), sesiones para las nuevas generaciones (Next Gen), el análisis de situaciones políticas y lo más importante la aparición de la palabra y significado ‘DEL BIENESTAR’, a través de la arquitectura y se siente cada vez con más fuerza, el hacer conciencia pública sobre la arquitectura sostenible y principalmente como mejorar los entornos construidos.
Llama la atención una plataforma que lleva como nombre ‘No Arquitectos’, en que se accede a conversaciones con conocidos y famosos arquitectos que relatan vivencias más personales, hablan de sus vidas y no de sus obras y lo significativo es que se reconocen aspectos en distintas etapas de sus carreras, que sí se conectan con su forma de diseñar.
En esta muestra hubo varias construcciones temporales en lugares estratégicos que abordan una variedad de desafíos sociales. Estos diseños fueron el resultado de una colaboración entre arquitectos, ingenieros, productores de materiales, instituciones científicas, asociaciones y fundaciones que trabajan juntos para explorar formas alternativas de entender uno de los temas principales y que era el seguir caminando hacia la sustentabilidad en sus variadas escalas.
El 4 de agosto se festeja el día internacional del arquitecto y es una oportunidad para reflexionar sobre su rol futuro y su dimensión, que va más allá de un tema de diseño, menos un tema para una elite capaz de contratar sus servicios, los problemas de convivencia, espacios públicos dignos, viviendas adecuadas, salud mental, incorporación de la naturaleza, y entender que la buena arquitectura puede ser un tercer profesor para enseñar a ser felices, no seguir amarrados por ‘el mercado’ sólo a vender soluciones que lamentablemente han sido muchos metros cuadrados construidos en que se vive mal.