Cincuenta Años Cambio en el Ejército y en la Fuerza Aérea

Por Ulises Carabantes Ahumada

Ingeniero Civil Industrial. Analista de actualidad. Escritor.

Estimado lector, en las próximas líneas podrá leer un muy breve pero descriptivo resumen de algunos capítulos del libro Chile 1973. Quien quiera profundizar en esta materia y desee comprar el libro, consulte al correo ucarabantes@gmail.com, para las ediciones en Chile como también en España. Esta es la décima de trece publicaciones sabatinas que efectuaré hasta el sábado 9 de septiembre.

Por la tarde del 17 de agosto de 1973; en forma sorpresiva el presidente de la república citó a La Moneda al ministro de defensa general Carlos Prats, solicitándole hacerse acompañar del general de aviación Gustavo Leigh Guzmán, jefe de estado mayor de la fuerza aérea y comandante en jefe subrogante de esta institución. Ambos se desplazaron caminando desde el ministerio de defensa hasta el palacio de gobierno. Prats le consultó a Leigh si sabía del motivo de la citación del presidente Allende respondiendo el aviador negativamente al respecto.

Una vez frente al presidente, éste, algo molesto, informó a ambos generales que el general César Ruiz había presentado ese día su renuncia al cargo de Ministro de Obras Públicas y Transporte, argumentando haber fracasado en lograr dar solución al paro de los transportistas, después de varias reuniones con quienes dirigían este movimiento. Allende le hizo ver al general Ruiz lo complejo que resultaba para el gobierno su renuncia pues fortalecía la posición de quienes mantenían el paro de los transportistas, expresándole que de mantener su posición de renunciar como ministro, debía renunciar también a la comandancia en jefe de la fuerza aérea. El presidente de la república dio plazo al general Ruiz hasta las 17 horas de aquel día para que tomara una decisión. A la hora convenida el general César Ruiz se reunió con el presidente ratificando su decisión de renunciar como ministro de obra públicas. Allende se mantuvo entonces en la posición de solitar al general Ruiz su renuncia como comandante en jefe de la fuerza aérea.

Una vez terminado el relato de estos hechos, el presidente Allende le ofreció la comandancia en jefe de la fuerza aérea al general Gustavo Leigh y también el cargo de ministro de obras públicas y transporte. Leigh, con un tono de emoción, expresó ser un hombre sin ambiciones y que debía conversar con el general César Ruiz. Allende le dio plazo hasta las 20 horas. A esta hora Leigh le repondió al presidente que no podía tomar la comandancia en jefe de la fuerza aérea pues el general Ruiz no había renunciado a ella, sólo lo había hecho como ministro y ante la complejidad de la situación prefería renunciar a permanecer en su institución.

Ante esto el presidente de la república citó a su oficina al general Carlos Prats, al general César Ruiz, al almirante Raúl Montero y al general de la fuerza aérea Gabriel van Schouwen. Allende se reunió con Prats, Montero y Ruiz e hizo esperar a los generales Leigh y van Schouwen en una sala fuera de su oficina. En la reunión Salvador Allende recurrió a todo lo que encontró posible para convencer a Ruiz de deponder su decisión de renunciar. Rogó a Ruiz que no dejara el cargo de ministro pues eso fortalecería a los huelguistas propiciándose definitivamente con eso el enfrentamiento entre chilenos. Argumentó también Allende que los huelguistas se estaban debilitando, que unos días más de sacrificio serían suficientes para volver a la normalidad y una vez conseguido eso el general Ruiz podría renunciar sin problemas a su cargo de ministro de obras públicas y transporte. Por último Salvador Allende argumentó que antes del 4 de septiembre de 1970 con el único de los tres comandantes en jefe con los que había alternado era con Ruiz y que por lo tanto al único que consideraba un amigo era a él y en consecuencia le pedía como amigo que no renunciara.

Una vez que terminó de hablar, Allende le entregó al palabra al general César Ruiz, quien escuetamente ratificó su decisión de renunciar como ministro. Allende abandonó su asiento expresándole a Ruiz que había dejado de ser su amigo y que por lo tanto había perdido su confianza, insistiendole en que renuniciara también al máximo cargo de la fuerza aérea que ostentaba. El general Ruiz vaciló un momento y finalmente aceptó renunicar a la comandancia en jefe. Acto seguido, el presidente le solicitó al general Ruiz que él mismo informara su decisión a los generales Leigh y van Schouwen que esperaban afuera. Mientras Ruiz cumplía con este cometido, Allende se paseaba por su oficina ante el silencio inmutable del general Carlos Prats y del almirante Raúl Montero.

Salvador Allende ofreció nuevamente la comandancia en jefe al general Gustavo Leigh y también el ministerio de obras públicas y transporte. Leigh argumentó no poder responder inmediatamente, dándosele un plazo hasta el día siguiente a medio día. La salida del general Ruiz produjo una verdadera reacción en cadena que llegaría hasta el ejército. El sábado 18 se acuartelaron las bases aéreas de El Bosque y Los Cerrillos. El general Leigh informó de esto al general Carlos Prats, además de haber ordenado el traslado de los hawker hunter a Carriel Sur en Concepción “para prevenir aventuras” en Santiago. Al medio día el ministro de defensa Carlos Prats se reunió con el presidente para informarle que ningún general de la fuerza aérea aceptaba ser nombrado comandante en jefe de su institución y minsitro de obras públicas. Prats sugirió a Allende que ofreciera la comandancia en jefe al general Leigh quien debería abocarse totalmente a los asuntos institucionales por las circunstancias que se vivían en la fuerza aérea y que le entregara el cargo de ministro a otro general de dicha institución. Allende aceptó la proposición de Prats y a las 13 horas, en presencia de éste, le ofreció nuevamente la comandancia en jefe de la fuerza aérea al general Gustavo Leigh, quien conmovido aceptó. Acto seguido, Leigh propuso al general de brigada aérea Humberto Magliochetti Barahona para el cargo de minsitro de obras públicas y transporte. Psoterior a esto hubo manifestaciones de mujeres esposas de oficales de la fuerza aérea, apoyando al general Ruiz y repudiando al gobierno y al presidente. El acuartelamiento continuó en las bases aéreas El Bosque y Los Cerrillos y el general Ruiz se negó a entregar su cargo al general Leigh hasta la tarde del 20 de agosto de 1973; momento en que finalmente se presentó en el ministerio de defensa para tal cometido.

A las 14:30 horas del 21 de agosto el general Carlos Prats decidió suspender sus labores para trasladarse a su casa a comenzar un reposo debido a un fuerte resfrío que lo aquejaba. Se durmió profundamente. Se despertó con el bullicioso alboroto que había fuera de su residencia, momento en que entró a la habitación su esposa Sofía Cuthbert, quien le informó que en el exterior se manifestaban alrededor de trescientas mujeres, algunas esposas de generales y jefes del ejército, activos y en retiro, quienes solicitaban ser recibidas por la señora Prats para hacerle entrega de una carta. La esposa del Prats, solicitó dejaran la misiva en la portería. En el escrito se le solicitaba a Sofía Cuthbert que intercediera ante Prats por el estado de angustia y desesperación en que muchas de ellas se encontraba, principalmente por la situación de sus esposos, quienes ya no podían usar su uniforme por los insultos de que eran objeto, por la incertidumbre que significaba no saber si ellos volverían cada día a su hogar, además del estado de calamidad total en que estaba Chile.

El grupo que vociferaba e insultaba fuera de la casa del comandante en jefe del ejército fue creciendo, llegando a unas mil quinientas personas entre mujeres, hobres y menores de edad. Se hicieron presente oficiales de ejército en uniforme y de civil, quienes pretendían dar órdenes a carabineros que contenían a los manifestantes. El oficial vestido de civil era el capitán Claudio Lobo, ex ayudante del general Augusto Pinochet, quien al momento se desempeñaba como ayudante del general Arturo Vivero. Los oficiales que vestían uniforme eran el mayor Francisco Ramírez Magliassi, del comando de tropas del ejército, bajos las órdenes del general Sergio Arellano Starck y el capitán Renán Ballas Fuentealba, yerno del ya retirado general Alfredo Canales, oficial que se paró frente a la puerta de entrada de la residencia pidiendo a la multitud guardar silencio para expresar las siguientes palabras: “El general Prats no representa al Ejército de Chile y es un traidor”. Se estaba dando un golpe al interior del ejército. Las cosas habían llegado a tal estado en la vida nacional de Chile que, sin antes de derrocar a un gobierno que se desmoronaba, se debía derrocar a un comandante en jefe, un comandante en jefe sería derrocado, como ocurrió con Carlos Prats en agosto de 1973 y como ocurriría con el almirante Raúl Montero la misma mañana del 11 de septiembre de 1973.

Llegaron a casa de Prats el general Óscar Bonilla, quien llegó a disculparse con la esposa de Prats por haber estado su esposa entre las manifestantes, pero su visita terminó con una agria conversación con el comandante en jefe del ejército. Se hizo presente también el comandante en jefe del ejército, subrogante, general Augusto Pinochet, quien llegó a solidarizar con Prats. Finalmente llegó el presidente de la república, Salvador Allende, quien solicitó personalmente a carabineros disolver la masiva manifestación en contra del comandante en jefe del ejército y ministro de defensa, Carlos Prats.

Al día siguiente, a las 8 de la mañana, el general Prats llamó por teléfono al general Pinochet para señalarle que estaba dispuesto a olvidar el episodio de la tarde anterior si los generales emitían un comunicado público de apoyo a su persona. Pinochet, hizo las consultas durante toda la mañana y a medio día llamó de vuelta a Prats para informarle que muy pocos generales estuviern dispuestos a firmar el comunicado público de apoyo a su persona. Prats respondió a Pinochet que no debería hacer lo que iba a proponer pero que estaba dispuesto a recibir a los generales en su oficina y escuchar directamente de ellos la negativa para firmar un documento de apoyo a su persona. A las 13 horas del 22 de agosto, Carlos Prats recibió a todos los generales que estaban en Santiago y les reiteró lo dicho a Pinochet, que estaba dispuesto a olvidar los suceso del día anterior protagonizado por algunas de sus esposas si recibía de parte del generalato una nota de apoyo para difundirla en el país. El general Carlos Prats terminó sus palabras señalando que esperaría 24 horas la definición del cuerpo de generales del ejército y que él tomaría sus decisiones concordante con la definición tomada por el alto mando militar. Antes de dar por terminada la reunión, Prats ofreció la palabra recibiendo como respuesta un significativo silencio.A las 10 de la mañana del 23 de agosto se reunieron los generales Prats y Pinochet. Este último informó que la mayoría de los generales se había opuesto a firmar una carta de apoyo al comandante en jefe titular. Además, informó Pinochet que los generales Mario Sepúlveda Squella, comandante en jefe de la segunda división y de la guarnición de Santiago y Guillermo Pickering Vásquez, comandante de institutos militares, habían presentado su renuncia indeclinable al ejército.A las 13:15 horas del 23 de agosto comenzó una reunión en La Moneda. En ella estaban el presidente de la república Salvador Allende y el comandante en jefe del ejército, general Carlos Prats. Como testigo de la reunión, el ministro Fernando Flores. Expuso Prats los acontecimientos de las últimas cuarenta y ocho horas, la negativa de los generales para firmar un documento en apoyo a su persona y la renuncia indeclinable de los generales Sepúlveda y Pickering. Tras eso, Carlos Prats presentó su renunicia indeclinable a la comandancia en jefe del ejército para pasar a retiro absoluto de la institución. Allende intentó revertir la decisión tomada por el militar, pero Prats se mantuvo inalterable en su postura. Fue nombrado en su reemplazo como comandante en jefe del ejército el general Augusto Pinochet.

Si durante las trece publicaciones de este ciclo histórico, alguno de mis lectores se interesa en tener el libro Chile 1973; tanto para la edición en Chile como en España, pueden hacer llegar su consulta al correo electrónico ucarabantes@gmail.com

Los espero el próximo sábado 26 de agosto con la undécima publicación histórica, la que llevará por título Cincuenta Años: Acuerdo de la Cámara de Diputados.

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