La izquierda no quiere ni una nueva ni una vieja Constitución, ni una buena ni una mala Constitución… Quieren el poder.

Paul Sfeir Rubio

La semana pasada concluimos las sesiones de exposición, discusión y debate de las indicaciones que cada bancada propone al anteproyecto diseñado por la Comisión de Expertos.

El oficialismo, como ya tiene acostumbrado a Chile, y en este caso me refiero a las bancadas de los Consejeros Constitucionales y también a los Comisionados Expertos que han participado en el proceso, afectos al gobierno de turno, mandaron mensajes muy erráticos al país.

Dirigentes del Partido Comunista llamaron a rechazar lo que resulte como propuesta constitucional, aun sin existir tal propuesta… Otros dieron a entender que la izquierda se retiraría del proceso, lo que rápidamente fue desmentido por otros de su misma vereda.

En lo personal, creo que la izquierda extrema no tiene nada que ver con constituciones; ni nuevas ni viejas ni buenas ni malas. La izquierda quiere el poder, la hegemonía y la impunidad que este puede proveer. Ese aroma a libertad y democracia que llevan las enmiendas Republicanas, que realmente son enmiendas ciudadanas, los enerva.

La semana pasada vimos como ante la prensa exigen diálogo, pero en la práctica lo evaden. Vimos cómo a ratos abandonaron la participación en Comisiones citadas para concluir las discusiones y exposiciones. Una falta de respeto, sobre todo cuando un rato después los ves en los jardines del Congreso Nacional conversando.

Este proceso constitucional es absolutamente diferente al anterior. Su origen no es el más transparente a decir verdad, (todos sabemos cómo fue cocinado y entre quienes), pero a pesar de eso, ha sido enfrentando con absoluta seriedad y responsabilidad por los Consejeros Republicanos y en total sintonía con una sociedad (que incluye al pueblo por cierto – dos conceptos diferentes – ) que exige que el país regrese al orden en todos los aspectos.

En la semana que inicia el 28 de agosto, comenzaremos a votar en las respectivas comisiones las propuestas de enmiendas indicadas por las bancadas. De ahí surgirá la propuesta a votar en el pleno, en los inicios de septiembre.

Los Republicanos integramos las propuestas ciudadanas a nuestras indicaciones. Están ahí. Hemos redactado propuestas que responden a las necesidades más profundas de la gente.  El ejercicio de recibir a miles de personas en las audiencias en el Congreso, y el de estar en las calles, hablando con todos los que quieren acercarse a preguntar o proponer algo, marca la diferencia entre este proceso y el anterior, fallido producto de la soberbia y el odio.

Como dije antes y lo reitero; es momento de empezar a pensar muy responsablemente en los escenarios que pueden venir para nuestro país. Sería ideal que la sociedad le tome interés a este proceso, porque, aunque hoy no podamos decidir con claridad qué es lo que le va a servir a Chile que escojamos votar el 17 de diciembre en el plebiscito de salida, la Constitución vigente o una propuesta nueva (si fuera verdaderamente) mejor y muy respetuosa con los chilenos, con el bien mayor, con el bien nacional por delante, la decisión real está en manos de todo Chile.

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