Obispo Ricardo Morales: Dios nos quiere a todos sentados en la misma mesa

  • Obispo presidió Te Deum en la Catedral de Copiapó.

Como cada año, la Catedral de Copiapó se vistió de gala para la celebración del Solemne Te Deum de fiestas patrias, presidida por el obispo, Monseñor Ricardo Morales, la mañana del lunes 18 de septiembre.

En su mensaje, el obispo expresó que “sin Dios la vida del hombre se vuelve sin sentido… si procuramos sólo el bienestar material y nos olvidamos del bienestar espiritual, la convivencia se vuelve un juego donde todo vale, donde da lo mismo buscar sacar la mejor tajada con la fundación de turno, o colocar a mi amigo en un cargo sin pasar por una mínima selección y oposición de antecedentes”.

Continuó diciendo que “sabemos bien qué pasa cuando el poder se separa del derecho. Hemos hecho memoria esta última semana de los 50 años del golpe de Estado… Cuántas violaciones a los derechos humanos de tantos chilenas y chilenos, cuánta tortura, exilio, desapariciones, cuánto horror, cuántos recursos de amparo que jamás fueron atendidos, cuánta injusticia, el poder separado del derecho, de lo justo” y recalcó que “todavía hoy podemos experimentar esa injusticia, cuando familias, madres, hijas, no pueden saber qué pasó con esos familiares que desaparecieron en la dictadura más atroz que ha vivido Chile. Maridos que una noche fueron tomados de improviso de sus casas y hasta el día de hoy no se sabe dónde están”.

Por eso, felicitó al Gobierno de Chile por el lanzamiento del Plan Nacional de Búsqueda “que busca esclarecer las circunstancias de desaparición y/o muerte de las personas víctimas de desaparición forzada, de manera sistemática y permanente. Todavía podemos hacer algo, todavía podemos dar paz a una familia”.

Subrayó que el evangelio “nos invita a reconocer en el que sufre al mismo Cristo: porque estuve preso y me visitaste, porque fui exiliado y me acogiste, porque fui tomado prisionero y se desconocía mi paradero, y presentaste un recurso de amparo, porque tuve hambre y organizaste una olla común… ahí se hace concreta nuestra fe”. También hizo referencia a los exiliados, con una sentida anécdota familiar. “En mi memoria de niño, recuerdo siempre las Navidades en la casa de mi abuela en San Fernando cuando nos reuníamos a escuchar un casete que llegaba de Noruega. Era el tío Oscar Moraga, la tía Margarita Galindo (hermana de mi abuelo), quienes junto a su familia nos dirigían un saludo a la familia de Chile. Cómo no recordar las palabras del tío Óscar que anhelaban compartir la mesa de mi abuela y disfrutar de sus sabrosos platos, ir con mi abuelo a compartir un traguito al restaurante de los amigos; cómo olvidar el escuchar el “si vas para Chile” y ver que las lágrimas comenzaban a correr… eso no puede volver a repetirse en ninguna familia de nuestra patria, ese dolor de familias rotas y separadas para siempre jamás lo podemos volver a repetir, y con cuánta mayor razón el reguero de muerte que recorrió nuestra patria”.

Otra preocupación señalada por el obispo es “la droga en los colegios y las poblaciones de nuestra región. La droga hoy está cortando de forma dramática el futuro de jóvenes de 13, 14, 15 años, e incluso de menos edad. No habrá futuro si no nos ponemos todos de acuerdo en no sólo aplicar medidas represivas, sino también en la necesidad de recomponer el tejido social de nuestra patria… Es hoy evidente que la “narco cultura” no es sólo un nombre para una serie de Netflix, sino una realidad en nuestras ciudades y poblaciones”.

Reconoció la voluntad de las autoridades por desarrollar soluciones a este problema. “Pero no serán sólo políticas públicas las que permitirán desterrar esta cultura de la droga. Como he dicho, es necesario recomponer el tejido social, fortalecer las organizaciones sociales, las juntas de vecinos, los sindicatos, los partidos políticos, todos los órganos de la sociedad civil”.

Finalmente, llamó a no olvidar “que la desigualdad y la falta de un desarrollo humano integral no permiten generar paz” e invitó a trabajar juntos “para que el diálogo entre todos establezca la amistad, la paz, la armonía, que nos lleven a compartir valores y experiencias morales y espirituales en un espíritu de verdad y amor “porque tuve hambre y me diste de comer, enfermo y me visitaste, desnudo y me vestiste”. Dios nos quiere a todos sentados en la misma mesa”, concluyó.

En la oración universal se oró especialmente por las autoridades, las Fuerzas Armadas, por el personal de salud y profesores, mineros, agricultores y pescadores; por los pueblos originarios y las comunidades migrantes; por los asesinados a causa del golpe de Estado y las familias de los detenidos desaparecidos. En el ofertorio, el gobernador regional, Miguel Vargas Correa, y el delegado Presidencial Regional, Cristhian Fuentes Varas, llevaron al altar una bandera chilena; luego, dos religiosas, la hermana Camila Lovallo y la hermana María Elena Aldunate, presentaron el pan y el vino.

La misa y Te Deum concluyó con la entonación del Himno Nacional a cargo de la banda del Regimiento, y tres pies de cuecas interpretadas por el conjunto folclórico Chañarcillo, que animó la misa, cuecas bailadas con entusiasmo por las autoridades.

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