Cuando la recuperación de alimentos debe ser parte de nuestro diario quehacer

La pérdida y desperdicio de alimentos constituyen un problema mundial, ético-moral, social, ambiental y económico.

Se habla de Pérdida, cuando ésta ocurre entre el potrero o huerto y el punto de venta, mientras que el Desperdicio ocurre entre el punto de venta y nuestro basurero. Es un problema ético-moral, porque habiendo suficiente producción para alimentar a la población mundial, aproximadamente un 30% se pierde o desperdicia, de manera que no es usada como alimento; es un problema social, porque contribuye a la inseguridad alimentaria. Monseñor Paglia, en una actividad organizada por FAO, señaló “esas personas se restan de compartir la mesa común”; como contexto, en el año 2022 aproximadamente 600.000 personas en Chile tenían inseguridad alimentaria grave o muy grave.

Es un problema ambiental, porque aproximadamente un 10% de los gases de efecto invernadero y un 25% del agua utilizada en la producción se relacionan con la Pérdida y Desperdicio de alimentos; estamos contaminando el planeta y desperdiciando recursos.

Los aspectos económicos no son menos complejos, pues muchas personas dependen de la producción agropecuaria para su sustento. Esto ha quedado claro con los graves efectos que pequeños, medianos y grandes productores han sufrido debido a las últimas lluvias en el sur del país, sin mencionar la pérdida de los cultivos.

Ciertamente que se están haciendo esfuerzos en diferentes niveles para disminuir las Pérdidas y Desperdicio de Alimentos (PDA) y proteger la seguridad alimentaria de la población. Entre éstos, la creación de la Comisión Nacional para la Prevención de la Pérdida y Desperdicio de Alimentos, dependiente de ODEPA, y la generación de una ley cuyo objetivo es promover que los alimentos sean consumidos.

Son diversas las instituciones que están trabajando activamente en este tema, de toda la cadena productiva, incluyendo instituciones de educación superior, a través de la inclusión de la temática en actividades curriculares, de manera de que las nuevas generaciones de profesionales contribuyan a que todo alimento producido sea efectivamente consumido.  También se destacan los bancos de alimentos, cuyo objetivo es recuperar alimentos para ser distribuidos a la población más vulnerable.  Contribuye también a esta línea la recientemente formada Red de Investigadores que trabajan en PDA.

Pero ¿qué hacemos nosotros, como personas individuales, para contribuir a disminuir el desperdicio de alimentos? ¿Nos preocupamos de consumir todos los alimentos que llegan a nuestro refrigerador?  ¿Consumimos los alimentos que guardamos en el refrigerador para después? ¿Elaboramos sopas o guisos con los restos de las comidas de la semana? ¿Escogemos productos que, aunque “feos”, tienen los nutrientes necesarios para alimentarnos saludablemente o escogemos los frutos y verduras más hermosos, que olvidamos luego y debido al deterioro son eliminados? Son preguntas que debemos plantearnos y responder concienzudamente. El concepto de recuperación de alimentos debe ser parte de nuestro diario quehacer; de esta forma aportaremos a que todo alimento producido sea efectivamente consumido, porque cuidar los alimentos es tarea de todos; que nadie se quede lejos de la mesa común es tarea de todos.

Giugliana Campos, Paola Palomera

Grupo de Trabajo en PDA

Universidad Santo Tomás, Santiago

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