Como es habitual en nuestra cultura chilena, en medio del más grande silencio y desprecio por su obra, hoy se conmemoran los 100 AÑOS del natalicio de nuestro gran escritor y premio regional de literatura Oriel Álvarez Gómez, nacido el 20 de noviembre de 1923 en la ciudad de Vallenar, más precisamente en el pueblo de Domeyko. Sus padres fueron Pedro Álvarez y doña Manuela Gómez, de cuyo matrimonio nacieron cinco hijos: Pedro, Segundo, Oriel, Melquisedec, Hernán y Abigail.
Por traslado de su padre al pueblo de Cachiyuyo, al ser nombrado administrador de la estancia Higuera y Minillas, Oriel Álvarez Gómez junto a sus hermanos, ingresa a la escuela de este lugar vecino a Domeyko. Es allí donde el futuro escritor y poeta, al contemplar los agrestes cerros, siente en sus venas el deseo de escribir todo lo que aprecia.
Era un autodidacta. Es por ello que años más tarde, con un sentido de responsabilidad admirable, completa sus estudios en el Liceo «José Antonio Carvajal» como alumno externo. Así empieza a producir. Su pluma ya no pararía. Uno a uno, sus comentarios, poemas e investigaciones empiezan a conocerse a través de la prensa regional.
Como investigador de la historia atacameña, escribe y publica su libro cumbre “Atacama de Plata” en 1980. Fue tanto el éxito de este libro que se propuso escribir “Huasco de Cobre”, ambos libros totalmente dedicados al pasado glorioso de la minería atacameña, respecto a cuya fama y riqueza nadie había escrito con tanto detalle hasta entonces.
También escribió “Historia de Petorca”, “Jerónimo Godoy, Padre de Gabriela Mistral”, “Jotabeche Personaje Múltiple”, y “Los Hermanos Sarmiento en Atacama”. Fue socio fundador en Copiapó de la Sociedad Chilena de Historia y Geografía. Fue Miembro de la Academia Chilena de la Lengua y Miembro Honorario del Instituto de Ingenieros de Chile y, conste, como decía recién, no pudo asistir a la educación superior, pero el talento innato de comunicador e historiador la tenía en su sangre.
Entre las distinciones recibidas, destacan la Medalla Ambrosio O’Higgins, otorgada por la Municipalidad de Vallenar; Medalla Aniversario Ciudad de Copiapó; y Medalla Rafael Torreblanca, otorgada por la Intendencia de la Región de Atacama. En sus años postreros, el 27 de abril del 2001 fue distinguido por el Gobierno Regional de Atacama y la Secretaría Regional Ministerial de Educación, con el Premio Regional de Literatura. Estos reconocimientos demuestran que don Oriel fue un hijo de Atacama, no le perteneció solo a una comuna, sino que a toda la región, de la cual él se sentía tan orgulloso y profesaba tanto cariño.
Alguna vez dijo de su vida laboral que fue obrero en las haciendas La Compañía, Buena Esperanza y Atacama. En esta última se desempeñó como bodeguero. También fue obrero en las salitreras y en la gran minería del cobre, María Elena y Potrerillos. Fue empleado en Capote Aurífero, El Morado, Astillas y Algarrobo. Además, delegado de Desarrollo Social en Atacama y empleado en el Sindicato Profesional de Codelco Chuquicamata. Otros de sus trabajos fueron en la Hacienda Alianza, en Tierra Amarilla; y en la mina El Bronce, en Petorca.
Oriel Álvarez Gómez era un hombre estimado y respetado por trabajadores, patrones y toda persona que lo llegó a conocer, ya fuese personalmente o a través de sus obras. Es por ello que, gracias a su personalidad y sociabilidad, impulsó en diferentes faenas, la creación de entidades gremiales y de bienestar social para trabajadores, actividad no muchas veces comprendida. Su afán de servicio público lo llevó a ser electo regidor por la comuna de Freirina, postulado por su Partido Demócrata Cristiano, en los períodos iniciados en 1960 y 1971. También, fue candidato a diputado por la antigua Provincia de Atacama.
En la vida de don Oriel prevalecieron sus deseos de superación, que desde muy joven demostró en sus sencillos trabajos como obrero agrícola, donde el leer e investigar el pasado de la tierra que amaba le llevó a tener amplios conocimientos que, unidos a su vocación de escritor, se tradujeron en sus libros. Participó en el equipo pionero que formó el Museo Regional de Atacama en los años setenta.
Oriel Alvarez fue un infatigable investigador y divulgador de la historia de Atacama y, por consiguiente, de la historia de la minería de la Región. Sus numerosas investigaciones y creaciones fueron publicadas en la prensa regional y nacional. Sus trabajos permitieron conocer aspectos inéditos de la historia atacameña. Después de tocar numerosas puertas y de innumerables entrevistas, Álvarez Gómez logra publicar su exitoso libro titulado «Atacama de plata». Este libro es editado por Todamérica, consta de 266 páginas, donde se relatan interesantes capítulos del auge de la plata, la minería y personajes de Atacama.
Oriel fue un acérrimo admirador de la obra literaria realizada por José Joaquín Vallejo. Sus investigaciones son escritas en su libro «Jotabeche, Personaje Múltiple». Este trabajo fue editado en dos oportunidades con singular éxito. También nos legó un acabado trabajo que se titula «Jerónimo Godoy, padre de Gabriela», dedicado a este personaje con raíces huasquinas y que falleciera en Copiapó en 1911. Esta fue la primera biografía reivindicatoria de quien fuera profesor y poeta, pero un irremediable bohemio.
El 9 de diciembre de 1987, Álvarez Gómez es investido como miembro Correspondiente de la Academia de Chilena de la Lengua, en una ceremonia realizada en Copiapó y que fue presidida por el director de la Academia, el escritor Roque Esteban Scarpa, y por el miembro de Número de la Corporación, Oreste Plath. Esta denominación hizo justicia a la labor desarrollada por Oriel Álvarez Gómez y fue recibida con gran entusiasmo y felicidad por la comunidad regional.
Don Oriel contrajo matrimonio con la dama huasquina Briceyda Tapia, de cuyo matrimonio nacieron cuatro hijos: Pedro, Oriel, Gloria y Dora.
Este notable escritor e investigador falleció en Copiapó el 31 de enero de 2009 y recuerdo que fueron escasas las autoridades de gobierno de entonces que asistieron a su funeral. El nombre de Oriel Álvarez Gómez está escrito con letras grandes y doradas en la Historia literaria de Atacama.
Creo que el Gobierno, en particular la seremi de Cultura, debió preparar un gran acto conmemorativo para resaltar esta fecha, casi imitando lo que se hizo para festejar los cien años de Nicanor Parra. Ni hablar de su propia comuna, donde salvo algunos pocos se acordarán de él. Es que la vida de don Oriel fue también así: Silenciosa, quitada de bulla, humilde, lejos de los aplausos.
SERGIO ZARRICUETA ASTORGA