Por: Luis P. Morales Vergara. Ingeniero, Magister Ciencias Tecnología e Innovación
El Niño Oscilación del Sur (ENOS por sus siglas en inglés), es el fenómeno oceanográfico comúnmente conocido como “El Niño” que marca un cambio periódico del sistema océano atmósfera en el océano Pacífico tropical que impacta el clima en todo el mundo. Ocurre cada 3 a 7 años (5 años en promedio) y generalmente dura de nueve meses a dos años. Este aumento de temperatura del mar está asociado con inundaciones, sequías y otras perturbaciones globales. No tiene que ver con el cambio climático, son diferentes, pero ambos son alteraciones del clima que finalmente interactúan. Y desde hace algunas décadas se han registrado récord de temperatura a nivel de planeta. Temperaturas que no se habían registrado hace cientos de años se están presentando otra vez.
De acuerdo al Centro de Predicciones Climáticas del NOAA (Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de USA), se anticipa que “El Niño” continúe durante la primavera del hemisferio norte con una probabilidad de 62% durante abril-junio de 2024. En América Latina, también habrá efectos que se esperan entre diciembre 2023 a abril 2024 y es responsabilidad de los gobiernos (nacionales, subnacionales y locales) el prepararse ya que podrían tener consecuencias negativas en las economías de los distintos países afectando diversos sectores como la minería, agricultura, energía, industria, turismo y pudiendo retrasar el desarrollo de nueva infraestructura e impactando en los precios de la electricidad.
Para la revista Science, “El Niño” disminuye el crecimiento económico a nivel país, de aquellos afectados. En los datos observados de los años 1982-1983 y 1997-1998 se identificaron US$4,1 billones y US$5,7 billones en perdidas de ingresos globales. En un escenario hipotético que proyecta el aumento de la prevalencia del ENOS en el siglo XXI y las conexiones con el calentamiento se esperan US$84 billones en pérdidas. El impacto a corto plazo del nuevo ENOS en el crecimiento del PIB dependerá de su gravedad y los efectos a largo plazo dependerán de los daños en carretera, escuelas y hospitales ya que los gobiernos en Latinoamérica poseen menos flexibilidad financiera para hacer frente al actual fenómeno que hace 7 años cuando golpeó fuertemente a la región (Informe Moody´s, de clasificación de riesgo).