Al Celebrar la Navidad

Por José Fco. Yuraszeck, S.J. Capellán General Hogar de Cristo

Al celebrar la Navidad recordamos el nacimiento del niño Jesús, que no tuvo lugar en la ciudad para nacer, y por tanto, al llegarle a María la hora del parto, su hijo nació en un pesebre, rodeado de animales. A paso ligero nos estamos acercando al final del año, tiempo de balances y recuentos. ¿Quiénes en nuestros días tampoco encuentran un lugar? Por elegir tres grupos relativamente grandes: 227 mil niños, niñas y jóvenes no están inscritos en ningún establecimiento educativo, es decir, pudiendo ir al colegio, no van; existen más de 1200 campamentos en los que viven alrededor de 114.000 familias; más de 40 mil personas entre nosotros viven en las calles, no tienen un lugar al que puedan llamar su hogar.

Reaccionando a estas cifras y a invitaciones que de tanto en tanto hacemos, con alguna frecuencia escuchamos afirmaciones del tipo “son todos unas lacras”; “no es mi culpa, que se haga cargo el gobierno”; “no ayudo a delincuentes ni a borrachos”; “lo que pasa afuera de mi casa no es mi problema”;  «no tengo tiempo suficiente para ayudar a nadie”; “no los conozco”; “estoy demasiado ocupado”; o hasta “que se pudran en la cárcel”.

De esta aproximación deshumanizante hacia los demás, que se desentiende de las necesidades y dolores presentes en nuestra comunidad, vino a liberarnos Jesús. Sabemos de su vida, atestiguada en los Evangelios, que se ocupó principalmente de los descartados, de los empobrecidos, de los enfermos, de los que quedaban al lado del camino, los publicanos y pecadores. Y a lo largo de los siglos infinidad de hombres y mujeres han seguido sus pasos, desafiando el miedo y la desconfianza, para iluminar las tinieblas, reconstruir lazos de fraternidad rotos, y restaurar la dignidad herida.

Si cruzamos las 30 comunas donde hay mayor sensación de inseguridad y riesgo en nuestro país con las que concentran el mayor número de excluidos de la educación, hay gran coincidencia. ¿Sabía Ud. que no son pocas las salas cuna donde hay protocolos de acción en caso de balaceras? Por miedos y fuerte desmotivación, hay familias que consideran que sus niños están más a salvo en sus casas.

En el caso de las familias que viven en campamentos, el catastro de TECHO-Chile nos ofrece algunas explicaciones, relacionadas con el alto valor de los arriendos, con las consecuencias sociales y económicas de las crisis post pandemia, con la caída del empleo dependiente, y también con la presión de la llegada de familias migrantes a nuestro país.

Atendiendo a las personas en situación de calle, la encuesta de caracterización socioeconómica (CASEN) del Ministerio de Desarrollo Social y Familia no las incluye. Por lo tanto, en estricto rigor, ni siquiera sabemos cuántas personas son.

En el Hogar de Cristo y en las demás fundaciones donde colaboramos con comunidades excluidas, nos enfrentamos a menudo al poder destructivo de los prejuicios. En esta temporada navideña, busquemos reducir nuestras percepciones sesgadas marcadas por el miedo y la desconfianza. Mientras celebramos con nuestros seres queridos, los animo a reflexionar: ¿cuáles son los dolores y necesidades que debemos atender en nuestra sociedad? ¿Qué heridas necesitamos sanar? ¿Cuáles son los sueños que compartimos y anhelamos alcanzar en nuestro país? Abramos espacio para Jesús en nuestras vidas y también para aquellas personas que, al igual que él, no encuentran su lugar. ¡Les deseo una Feliz Navidad!

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