Por Arturo Volantines
El 28 de diciembre, los escritores chilenos celebran su día, desde hace 90 años, coincidiendo con la muerte de tres grandes: Miguel de Cervantes y Saavedra, William Shakespeare y el Inca Garcilaso de la Vega.
En esta ocasión, los escritores de Coquimbo —en la Casona Jiliberto de La Serena, el 29 de diciembre, a las 18:00— harán diagnóstico y recuento: lanzarán libro, recordarán a los recientemente fallecidos, premiarán a sus pares y celebrarán aciertos y desaciertos, tanto en sus obras literarias como en las políticas públicas de cultura.
Es un momento oportuno, para que los escritores manifiesten su preocupación por la tardanza en la implementación del Ministerio de la Cultura, que ha tenido largas huelgas de sus funcionarios. Tremendos errores: Eso de no aceptar la invitación a la Feria Internacional del Libro de Frankfurt y los casos de Buenos Aires y Venecia, entre otros. También, de los sucesivos cambios de ministro, incluso uno que aceptó el puesto porque estaba “aburrido”.
En el contexto de la región de Coquimbo, se manifiesta claramente la preocupación respecto a las Ferias del Libro, las cuales se han convertido en “ferias persas”, a pesar de los grandes aportes pecuniarios del Estado. Y otras, que fueron creadas para fomentar el libro y la lectura, se han vuelto meras ferias comerciales. Es necesario volver a la experticia. Los escritores ya no escriben libros; hacen libros.
En lo fundamental, existe mucha preocupación por las políticas públicas en el ámbito de la cultura. Estas se empezaron a implementar exitosamente en el gobierno del presidente Patricio Aylwin, en los 90, para “pagar” la deuda a los artistas chilenos. Estas políticas públicas, fueron admiración en países de América Latina. Sin embargo, ahora, hemos pasado a la falacia de las “industrias culturales”. El artista ha sido desplazado por los gestores culturales y los ingenieros comerciales.
Tampoco, el gremio de los escritores chilenos lo hace mejor —a pesar de los esfuerzos de su presidente—, porque sigue, este: centralista y con domicilio partidista. Lo que, sí, asistimos a una mayor dispersión y al nacimiento del “egóglata”: un nuevo tipo de poeta navegante de las redes sociales.
Sin embargo, el esfuerzo de la comunidad cultural de Coquimbo, es seguir luchando por la descentralización y para que las políticas públicas de cultura se implementen. Es perentorio, que los trabajadores del área reciban el debido respeto; especialmente, los funcionarios del Ministerio, a los cuales se les debe tratar de acuerdo a sus responsabilidades.
Se vuelve muy necesario que los inéditos Consejos de la Cultura dejen de ser solo caja de resonancia de las políticas centralistas. Y se vuelva a la práctica de la asociatividad democrática. También, urge más avance en la implemente de la equidad de género.
Los escritores seguirán bogando, para que se abra una nueva floración de la cultura, y se deje atrás la mediocridad: alcahueta y lobista.
Salud.