La Aurora de Chile en tiempos de desinformación

José Miguel Infante Sazo

Director Carrera Periodismo, Universidad Central

El miércoles 12 de febrero de 1812 se publicó el prospecto o número cero de la Aurora de Chile y al día siguiente, el jueves 13, el primer número. Fray Camilo Henríquez, hombre de letras, revolucionario, periodista y sacerdote de la orden de la Buena Muerte, conocido por su seudónimo Quirino Lemáchez, fue nombrado director del primer periódico chileno “ministerial y político” por José Miguel Carrera. Este sacerdote que admiraba el contrato social de Jean-Jacques Rousseau, como patriota luchó por la independencia nacional, centrado en las ideas de la ilustración para promover, al mismo tiempo, la emancipación de las colonias americanas.

Camilo Henríquez sabía de la fuerza del gran medio de comunicación del siglo XIX, la imprenta; es decir, aquel grande, precioso instrumento de la ilustración universal, parafraseando las ideas vertidas en el prospecto de la Aurora. Allí, estaba el camino para lograr el advenimiento de un cambio sustantivo en el Chile colonial, aún vinculado al rey Fernando VII de España, preso por Napoleón Bonaparte.

Aunque la palabra desinformación no existió como vocablo hasta mediados del siglo XX y, por supuesto, no estuvo presente en el léxico de Henríquez, el prócer sí tenía claro que “la voz de la razón y la verdad”, constituían las claves para una buena gobernanza. ¿Qué habría dicho don Camilo frente a esta verdadera pandemia, expresadas en mentiras y/o noticias falsas que circulan, especialmente, en las redes sociales? Solo nos queda intuir y releer algunos pasajes de la Aurora: “Venid pues, o sabios de Chile, venid, ayudad, sostened con vuestras luces, meditaciones, libros y papeles nuestros débiles esfuerzos, (sic) y trabajos”.

Las tensiones políticas y miradas contrapuestas han estado presente desde los albores de Chile. Los conflictos, no siempre han encontrado buenos cauces. Basta revisar parte de nuestra historia para constatar que algunos han terminado en tragedia; sin embargo, hemos sabido reconocer aquello que nos une, a través de la voz de la razón. Ahora, nos encontramos frente a un enemigo sibilino que siembra sospecha, incertidumbre, odio, xenofobia y reyertas fáciles. Por ello, el trabajo ya hecho por la Comisión Asesora contra la Desinformación, integrada por nueve expertos que convocó el Gobierno, no debe culminar solo en el ejercicio académico de dos informes, uno conceptual y otro con recomendaciones, sino trascender hacia las urgencias del país en esta materia. Es deseable que dicho esfuerzo encuentre real acogida en las autoridades y se debata, fundamentalmente, en los espacios educativos. Las futuras generaciones deben contar con herramientas para enfrentar el cáncer de la desinformación, a la luz de los valores de nuestra identidad, defendidos con pasión por ilustres personas como Camilo Henríquez.

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