POR LUIS NÚÑEZ BARRIENTOS
Luego de 72 años de existencia, la comunidad atacameña presenció el cierre de uno de los planteles de la Empresa Nacional de Minería presente en nuestra región. Esta noticia de cierre, para el suscrito tiene varias aristas, y cada una de ellas termina siendo una mala noticia para la comunidad, en especial para los habitantes de Paipote, Tierra Amarilla y la comunidad de Copiapó, porque si miramos el cierre de la fundición desde el punto medioambiental y de la salud de las personas es una muy buena noticia, pero pocos se detienen a pensar que se cierra esta fuente contaminante, sin que se haya reparado jamás el daño causado a la población y el ecosistema, es más… la Enami nunca implementó ni siquiera una política de buen vecino y responsabilidad social empresarial con sus vecinos más cercanos de Paipote y Tierra Amarilla, ambas comunidades ampliamente afectadas por largas décadas con la contaminación, solo a modo de ejemplo y como ayuda de memoria para tanto desmemoriados, uno de los episodios más graves de contaminación ocurrió el 23 de mayo del año 2022, la fundición de Enami en Paipote marcó un promedio horario de liberación de dióxido de azufre de 2.027,8 microgramos por metro cúbico (µg/m³), en circunstancias que el límite aceptado por las normas es de 350 µg/m³. Las emisiones de dióxido de azufre (SO2) de la fundición superaron casi seis veces el límite promedio por hora que estipula la nueva norma de calidad del aire, que rige desde 2019.
En resumen la Fundición Paipote sobrepasó casi en 500% la norma de calidad del aire: índices de dióxido de azufre son más altos que en la crisis de Puchuncaví, que tanto revuelo causó en su momento a nivel nacional. Ahora se cierra el plantel de Enami sin compensación alguna para los afectados, razón por lo cual a mi juicio es una tremenda Mala Noticia.
Segundo punto perjudicial para la población, dice relación en materia de empleo, en especial para los trabajadores que laboran directa o indirectamente para la fundición Paipote, los cuales quedan súbitamente sin su fuente laboral, más aun el cierre llega en uno de los peores momentos económicos en el país, en la cual la inversión minera está casi estancada, lo cual da como resultado que estos trabajadores coterráneos nuestros, tienen menos posibilidades de poder acceder a una fuente laboral para la cual tienen la preparación, conocimientos y experiencia.
Con desazón tampoco vemos planes de capacitación que vayan en la búsqueda de generar una reconversión laboral, efectiva pensando en el largo plazo, porque cada uno de los trabajadores desvinculados tendrán que seguir llevando el sustento a sus hogares, y los recursos económicos obtenidos por las indemnizaciones no durarán para siempre y ahí viene la pregunta …. ¿ y después qué?. Lo cual como resultado final también es una mala noticia, no solo para las familias de aquellos trabajadores, sino para la región en su conjunto ya que aumentará su tasa de desempleo, y con ello, también crecerá la incertidumbre y la desesperanza. Inentendible que en lugar de hacer una modernización, el cual por lo demás fue el compromiso firmado por su puño y letra del actual Presidente Boric en campaña hoy no se cumpla ni en lo más mínimo. El cierre de este plantel minero constituye la decisión más fácil para quien no quiere enfrentar el problema y les sale más fácil instalar un candado por fuera. Más grave aún cuando hay voces que señalan que la nueva Fundición será construida en la segunda región, lo cual sería un agravio más para nuestra comunidad, ya que por años recibimos la contaminación, ósea pagamos un alto costo de nuestra calidad de vida y los beneficios de una posible modernización se los llevarán otros... Lamentablemente en gran parte de nuestra historia reciente nuestras autoridades demuestran su incapacidad para defender a nivel central los intereses de Atacama, lo cual que impide como un verdadero lastre el bienestar y el progreso de Atacama y su gente.