Por Luis P. Morales Vergara. Consultor empresa privadas y públicas
Chile, se comprometió el año 2019 a cerrar todas las centrales termoeléctricas a carbón al 2040 y este calendario ha ido modificado en varias oportunidades. Es cierto, los países están migrando hacia las energías limpias, pero no solo por la reducción de emisiones de CO2. Sino por fluctuación de los altos costos del combustibles fósiles y la oscilación en precio final que llega a los usuarios. Pero esta realidad conlleva una brecha. Qué hacer con los miles de trabajadores que se desempeñaron en las termoeléctricas de las costas de Chile y como reconvertirlos o adaptarlos a nuevos trabajos. Y es que el cambio de matriz energética, no solo impacta con la tecnología utilizada como por ejemplo incorporar la corriente continua. De igual forma, impacta en las actividades productivas de distintos sectores que deben adaptar operaciones. Sin duda, los nuevos perfiles de certificación de competencias tendrán un rol primordial en la transformación de las habilidades de trabajadores del sector.
Pero también hay un desafío asociado a la calidad de la energía. La energía limpia es menos estable que la energía a carbón y se debe balancear. Y es aquí donde nace una nueva oportunidad para la infraestructura y activos que formaron parte de las termoeléctricas, transformarlas en un condensador síncrono que en palabras simples es un “gran estabilizado de la corriente”. El Coordinador Eléctrico Nacional (CEN) lo sabe, y tiene en curso una licitación para implementar la tecnología. En lo esencial, el proceso persigue que en el norte la red eléctrica disponga de condensadores síncronos para mejorar el sistema frente al apagar las termoeléctricas, ya que estos equipos son capaces de controlar la tensión y mantener una operación segura y económicamente factible. La licitación es una inversión de US$ 255 millones con plazo de construcción de 42 meses. El CEN partió el año 2018 una serie de estudios sobre el retiro de las termoeléctricas, la transición (que está en proceso), así como la operación y planificación de la red nacional, proyectando el aumento de la integración de energía solar y eólica sobre todo con la potencialidad del desierto de Atacama.
Así, las regiones del norte de Chile van a seguir teniendo un rol protagónico en el crecimiento del país. Tarea por cumplir, diseñar un adecuado ordenamiento territorial y planificación que integre las dimensiones humanas con las productivas siempre priorizando la salud de las personas, la calidad vida, el respeto a las comunidades y la protección del medioambiente que finalmente es lo que entendemos hoy como sostenibilidad.