Dr. Marco Moreno
Académico Escuela de Gobierno, Universidad Central
La reciente inscripción de pactos electores está dando cuenta de una reconfiguración del paisaje político chileno. Las elecciones de 2021 parecían confirmar el regreso a los tres tercios. Sin embargo, el realineamiento de las fuerzas políticas en los últimos meses está mostrando el regreso de los bloques.
El reordenamiento de los partidos en torno a dos bloques se asocia al termino bibloquismo. La literatura lo define como una situación en la que dos grupos compiten por el poder, similar a un sistema político. Si en 2015 se produjo la ruptura del binominal con la irrupción del Frente Amplio y en 2019 se transitó hacia un sistema de pluralismo polarizado con el surgimiento de Republicanos, ahora se consolida la lógica de bloques. Es decir, el votante vuelve a establecer sus preferencias políticas en torno al tradicional eje izquierda-derecha, como en el bipartidismo, pero con una oferta política mucho mayor dentro de un sistema ‘bi-bloque’.
Esta transformación se observa en dos situaciones. En primer lugar, el giro táctico del Partido Demócrata en la elección de la mesa del Senado represento la inauguración de una nueva coalición política donde la derecha corrió el cerco hacia el centro para ampliar su alcance político adelantándose a los próximos desafíos electorales, donde los partidos tendrán que hablar con voto obligatorio no solo a sus propios electores, sino también a los nuevos electores obligados.
Un segundo hecho lo constituye la reciente inscripción de pactos. El oficialismo concurre con un pacto electoral que va desde el PC a la DC. El bloque supera formulas como lo fueron la Concertación y la Nueva Mayoría. En el bloque opositor se inscribieron dos pactos, Chile Vamos —UDI, RN, Evopoli— y el pacto Centro Democrático conformado por Demócratas, Sentido Común y Amarillos por Chile. No inscribieron primarias ni pactos oficiales, pero es un hecho que Demócratas y Amarrillos vienen desarrollando acción política conjunta con CHV. Republicanos y el Partido Social Cristiano competirán fuera de pactos, pero ambas fuerzas políticas tienen una estructura de parecido de familia con el resto del bloque opositor.
Nos movemos hacia un bibloquismo imperfecto donde se imponen posiciones extremas en cada uno de los polos intransigentes, lo que deja poco espacio no solo para el entendimiento o acuerdo, sino incluso para la negociación o incluso la conversación.