Francisco Castañeda
Economista y académico U.Central
Detrás de este “casi acuerdo” en pensiones, claramente gran parte de lo acordado se habría materializado en cualquier escenario. Aunque en esto la PGU dejará de ser universal (no se justifica al 10% de mayores rentas), más parecía un dique para evitar cambios sustantivos en la industria previsional. Sin embargo, ha sido un vehículo directo para mejorar pensiones y con escasa burocracia. Pero aún no hay acuerdo en cómo se distribuirá el 6% de cotización adicional (el corazón de la discusión).
Ya nadie duda de este aumento, pero si como distribuirlo en cuanto a capitalización individual y a seguro social. Y sobre todo está inserto en la visión de sociedad que se desea para Chile. La capitalización individual viene a reflejar al Chile que se ampara sólo en el crecimiento económico, en las expectativas de inversión, y en el que las personas sólo con su esfuerzo saldrán adelante, y cuyas pensiones mejorarán en el largo plazo.
El otro Chile, el que anhela el seguro social (mejorar las pensiones ahora), se ampara en que este 6% irrigará las bajas pensiones de hoy, migrando a un sistema mixto de pensiones. Que el largo plazo es lejano y que el sistema actual necesita mas transparencia dada las utilidades anormales de la industria. En el intertanto surgió la PGU, los retiros desde las AFPs que transformaron a los trabajadores en dueños de sus fondos, lo que los hizo cautos de lógicas redistributivas. Se requiere por tanto un acuerdo de largo plazo que conceda cierta proporcionalidad a ese 6%. Sin pactos de largo plazo, las economías no desarrollan todo su potencial de crecimiento. Y lo peor, es que este tema seguirá abierto por otra década más. La clase política debe estar a la altura.