Por Juan Rojas, Director de la carrera de Ingeniería Comercial de la U.Central Región de Coquimbo.
Hace algunos días, hemos recibido la cifra del Índice de Precios al Consumidor (I.P.C.) de junio de 2024. Después de diciembre de 2023, con un -0.5%, vuelve a ser negativo, alcanzando un -0.1%, lo que nos da un total acumulado del 2,4% para el 2024.
Por definición, la inflación es el aumento sostenido en el nivel de precios al consumidor. En este contexto, podemos entender que la sensación que deja, en general, es que, a partir de la baja de la inflación, representada por el I.P.C. de junio, también bajarán los precios; sin embargo, esta sensación de “saber que podemos comprar con menos dinero” ya no es real, al menos en nuestro país.
Si a esto le sumamos que hoy el índice de confianza de los consumidores es bajo en torno a la economía en general, y hasta que no muestre mejorías, una baja en el I.P.C. nos indica que no hay esa suficiente actividad económica, por lo que las expectativas vuelven a su realidad. Así también se piensa que el gobierno es el responsable, pero quien tiene como una de las principales funciones de estabilizar los precios a través de las políticas monetarias es el Banco Central.
En tanto, sabemos que en el tiempo Chile tiene inflación moderada y que sólo en algunos periodos ha sufrido alzas relevantes, el mercado nacional conoce estas condiciones y se acostumbró, pero ante cualquier especulación, o aumento en los precios, nos deja muy sensibles como sociedad en largos periodos, por ejemplo, lo que vivimos el 2022 con una inflación del 12.8% aún nos repercute.
Las expectativas de tener un mejor futuro en estos términos de estabilidad inflacionaria histórica son positivas, pero en el momento actual es más negativa esa sensación de los consumidores. El ánimo de endeudamiento tiene fuertes barreras y lo dejamos a la mano de una baja en la tasa de política monetaria. Al final, hoy por hoy, debería estar con mayor demanda y dinamismo el mercado inmobiliario y automotriz, justamente, por estas heridas que ha dejado la inflación y que no son fáciles de curar en la sociedad y consumidores.
¿Cuál debería ser la solución? No hay una verdad absoluta, pero, por una parte, como siempre, el crecimiento económico en base a una sólida inversión debería entregar mejores expectativas y así mejoras en el mercado laboral, lo que mejoraría las expectativas y el índice de confianza de los consumidores. Y, por cierto, tener siempre en consideración algunos elementos del día a día, como proteger en forma constante los ahorros, idealmente en U.F. para garantizar y resguardar la devaluación de la moneda; y un segundo elemento muy cotidiano, doméstico, pero muy relevante y básico, es realizar compras inteligentes que permitan no sólo gastar en lo que se necesite, sino más bien, no gastar en lo que no suele ser necesario al momento de comprar. No podemos decir que el consumo es malo ya que este componente económico representa la fase final del proceso productivo de una sociedad que debe satisfacer sus necesidades.