“Verdes”, pero no tanto: Los riesgos del “greenwashing”

Yusef Hadi Manríquez

Director carrera Publicidad

Universidad Andrés Bello, Concepción

No cabe duda de que la sostenibilidad y la responsabilidad ambiental se han convertido en prioridades tanto para consumidores como para empresas, y en esa búsqueda por cumplir los estándares necesarios, es que el «greenwashing» emerge como una “triquiñuela” que amenaza con destruir los verdaderos esfuerzos por proteger nuestro planeta.

También conocido como “lavado verde”, se refiere a la práctica de algunas empresas que exageran o falsifican sus supuestas acciones ecológicas para presentarse como más sostenibles de lo que realmente son. Lo real es que el greenwashing engaña a los consumidores.

Hoy son muchas las personas que están dispuestas a invertir un costo adicional en aquellos productos que consideran ecológicamente responsables. Etiquetas como «natural», «eco-friendly» o «orgánico» son utilizadas por algunas marcas de manera indiscriminada, sin cumplir realmente con los estándares necesarios. Y en verdad esto afecta de forma directa a la confianza en el mercado de productos sostenibles.

Pero además del engaño al consumidor, el greenwashing se convierte en un costo ambiental real. Y eso porque estas acciones de lavado permiten que las empresas continúen con sus actividades dañinas mientras intentan mostrar una cara ecológica. Y en lugar de invertir en verdaderas prácticas sostenibles, algunas optan por gastar en campañas que solo buscan lavar su imagen.

Por ejemplo, la compañía canadiense Keurig, hizo creer a compradores que podían reciclar sus cápsulas de café de plástico de un solo uso simplemente rompiendo la parte superior, vaciando el café y tirando la carcasa vacía a los contenedores de reciclaje. Pero lo cierto es que las cápsulas no eran aceptadas en la mayoría de los centros de reciclaje. La ciudad de Toronto tuvo que retirar 90 toneladas de cápsulas de plástico de los contenedores de reciclaje debido a esta clase de carnicería de cápsulas. Keurig fue multada con 3 millones de dólares y se le ordenó cambiar las afirmaciones engañosas sobre el reciclaje en los envases. ¿Castigo suficiente?

El greenwashing, además, representa una competencia desleal para aquellas que realmente invierten en sostenibilidad. Las compañías que adoptan prácticas genuinas y a menudo más costosas para minimizar su impacto ambiental se terminan viendo perjudicadas cuando sus competidores pueden obtener el mismo crédito ecológico a través de tácticas engañosas. Esto desincentiva en muchas marcas la innovación y la inversión en tecnologías limpias y prácticas responsables, frenando el avance hacia una economía verdaderamente sostenible.

¿Cómo combatir hoy este incipiente greenwashing? La clave parece estar en la regulación. Los gobiernos y organismos reguladores deben establecer y hacer cumplir estándares claros para las afirmaciones ambientales. Las empresas, por su parte, debieran tomarse más en serio el impacto de sus diversas etapas productivas, y ser más transparentes sobre sus prácticas, proporcionando evidencia verificable de sus esfuerzos sostenibles.

Y por cierto, los consumidores también juegan un rol crucial, debiendo exigir información clara, detallada y comprobable. Desde ahí, es factible apoyar a las empresas que demuestran un verdadero compromiso con el medio ambiente. Tenemos que promover la prueba de la blancura ya que lamentablemente existe un número de empresas no menor, que se aferran a estas malas acciones. Al desenmascarar estas tácticas y exigir un verdadero compromiso con la sostenibilidad, podríamos comenzar a asegurar los esfuerzos y también los recursos, para dirigirlos hacia soluciones reales y duraderas.

No hay duda alguna que nos encontramos en un momento crítico para nuestro planeta, y es entonces que la responsabilidad compartida debe ser el pilar de cualquier iniciativa ambiental. Solo así podremos avanzar (en un viaje que ya es tardío) hacia un futuro más verde y justo para todos.

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