Alza de la electricidad – una crisis programada y evitable. El ejemplo de Suiza.

Eduardo Schindler – Zürich, Agosto 2024

La reciente ley para subir el precio de la electricidad ha incrementado significativamente el ya tan dañino y peligroso nivel de antagonismo y descontento que reina en el país. Una vez más, hay millones de personas que se sienten estafadas por la clase política. Otro acto de la partitocracia que acrecenta la inmensa sensación de rabia, injusticia y rechazo que padecen millones de personas hacia la clase política, hacia el Estado, y – a estas alturas – también hacia el funcionamiento del sistema democrático en general.

A la base de esta ley está la necesidad de “descongelar” las tarifas – medida que sin duda fue considerada como “lo mejor para la gente” cuando fue tomada. Entre tanto, las autoridades han decidido el introducir subisidios para “estabilizar” el precio de la electricidad – y con ello ayudar a hacerle frente a un problema … creado por las mismas autoridades ! Burocracia, intervencionismo y populismo que se nutren a sí mismos – condenando a seguir en la miseria a aquellos que serían los más beneficiados de una acción tan “loable” (y oportunista) por parte de las autoridades del momento.

Qué diría la gente a la pregunta: ¿está usted de acuerdo con que la ley del alza de la electricidad entre en vigor? No cuesta imaginar el rotundo NO por parte de una vasta mayoría. Lamentablemente en Chile esta pregunta es sólo retórica y sin grandes consecuencias – aparte de agrandar el desencanto generalizado que se viene acumulando desde hace años.

En el caso de Suiza esta pregunta no es retórica, sino que tiene un impacto directo y significativo en la forma ejemplar con que funciona el sistema político de la nación. A saber: la ciudadanía tiene el derecho político de someter la pregunta a un referendo (votar SI o NO), y cuestionar la entrada en vigor de la nueva ley. Este derecho fue instalado en la constitución en el lejano 1874, y le da a la gente la opción de someter a referendo todos los actos (leyes, decisiones) promulgados por las autoridades antes que estos entren en vigor. Este derecho es de tipo facultativo (es la gente misma que decide si ejercerlo o no en cada caso), es permanente, y se aplica a nivel nacional, regional, y municipal. Y esto sin que las autoridades puedan intervenir o impedirlo.

El resultado es que ninguno de los eventos tan dañinos que han estado ocurriendo en Chile respecto al tema del precio de la electricidad (y tantos otros) puede ocurrir en Suiza – ya sea por una u otra de las tres razones que se explican a continuación.

1.- Derecho a referendo facultativo para evitar la entrada en vigor de leyes “malas”

El mecanismo es muy simple: una vez promulgado un acto, cualquier grupo de interés puede lanzar un referendo contra su entrada en vigor. A partir de ese momento, y para temas de nivel nacional, los iniciantes tienen 100 días para juntar al menos 50.000 firmas de ciudadanos con derecho a voto. Entre tanto, el acto queda en suspenso a la espera del desenlace de este proceso.

Si pasan los 100 días y no se logran juntar las firmas necesarias, el acto entra en vigor. Y si se juntan, entonces queda en suspenso hasta la fecha del referendo. A la gente se le pregunta: “¿Quiere usted que entre en vigor el acto XYZ?”. Si gana el SI, entra en vigor. Si gana el NO propiciado por los iniciantes, entonces el acto queda inválido – y con ello se evita que una ley tan “mala” como el descongelamiento de los precios de la electricidad entre en vigor contra la voluntad de la mayoría de la gente. El tema no desaparece de la agenda política. En vez, el mensaje hacia las autoridades es “mejóralo y preséntalo de nuevo en el futuro”.

Lo más importante a retener es que cada vez que la gente logra evitar la entrada en vigor de una ley “mala”, la ciudadanía logra ir “tejiendo” la sociedad más libre, justa, serena, segura y próspera a la cual todos aspiran – y que hasta ahora sólo los suizos han logrado construir gracias al derecho a referendar.

2.- Comportamiento más responsable de las autoridades

Es muy probable es que en Suiza ni siquiera se habría llegado a tener que votar SI o NO a una ley claramente tan “mala” a los ojos de la gran mayoría de la gente. La razón es bien simple, y es además muy poderosa y eficaz: el referendo facultativo es una amenaza que obliga a la clase política a “escuchar” y anticipar las reacciones de la ciudadania en cada uno de los actos a ser promulgados. Y si es tan evidente que en caso de referendo ganará el NO, entonces una ley tan “mala” como la del ajuste del precio de la electricidad ni siquiera llega a ser promulgada. En vez, las autoridades están forzadas a trabajar hasta encontrar un “equilibrio” apoyado por no menos del 60% de las fuerzas políticas. Además, este “equilibrio” tiene que ser fácil de explicar y debe entregar argumentos técnicos/económicos concretos (en vez de ideológicos) para convencer a la gente.

Este imperativo estructural a la auto-disciplina obliga a la clase política a formular actos “buenos” (y evitar perder tiempo en los “malos”), y es también el gran secreto de la democracia directa. De hecho, los políticos suizos no son “angelitos inocentes”. Pero saben que si el “jefe” les rechaza el trabajo muy a menudo, significa que su futuro no es el mejor. El resultado es que en Suiza se referenda menos del 2% de los miles de actos decididos por las autoridades. El otro 98% entran en vigor sin ser objetados – esto es, con la aprobación implícita de la ciudadanía que, dada la buena calidad del acto, ha optado por no hacer uso de su derecho al referendo facultativo en cada uno de estos miles de casos.

Aunque parezca una paradoja: basta tener el derecho a referendar … para tener automáticamente menos temas que necesiten ser referendados por la gente. En realidad, bastan unos pocos referendos cada tres meses para lograr que la clase política se comporte en forma responsable todo el tiempo, que el sistema funcione al servicio de la gente, y que el Estado sea muy eficiente en proveer servicios públicos de calidad. La corrupción, demagogia, populismo, burocracia inútil, despilfarro de recursos, acumular distorciones y subsidios inútiles, y el perenne antagonismo doctrinario desaparecen como por magia. Así de simple.

3.- Evitar el problema a la raiz

En realidad, lo más probable es que las autoridades suizas ni siquiera hubiesen tenido que dedicar tiempo a discutir una nueva ley para “descongelar” los precios de la electricidad. Y ello por la simple razón que es altamente improbable que el proceso político hubiese llevado a un “congelamiento” de estos precios con anterioridad.

Un ejemplo reciente ayuda a ilustrar la diferencia entre Suiza y otras naciones al respecto. Con la guerra en Ucrania, los precios de la energía subieron en forma significativa y rápida en Europa. Varios países se apresuraron a poner subsidios para “ayudar a la gente a pagar las cuentas de fin de mes” y “a las PYMES a sobrevivir”. Estos gobiernos no puedieron resistir a la tentación populista, a la presión oportunista de la oposición y al acoso de la prensa sensacionalista. El resultado incluye: (i) cientos de burócratas ocupados en cómo distribuir billones de Euros – los que no siempre llegan a las manos debidas dada la “confusión” del momento; y (ii) otro aumento a la ya abultada deuda pública. Un ejemplo más del perenne “pan para hoy, hambre para mañana” – profecía autocumplida que no para de repetirse, y que continúa a perpetuar la falta de emancipación económica y cívica que padece la mayoría de la gente en naciones con democracias representativas – izquierda y derecha, unas más y otras menos, pero en los 5 continentes.

¿Que pasó en Suiza con este tema? Tomó menos de 5 minutos el evitar esta situación. El ministro de finanzas de la época (Ueli Maurer) declaró públicamente: la gente tiene suficiente recursos y pueden pagar estos precios más altos. Tema cerrado. Sin escándalos en la oposición, la prensa, las empresas, y ni siquiera la gente misma. Este ejemplo sirve para ilustrar que en Suiza los problemas se cortan a la raiz – y con ello se evita la perniciosa acumulación de los tantos y tan dañinos problemas políticos y socio-económicos autogenerados por la forma en que funciona el sistema en otros lugares.

¿De dónde viene tanta virtud?

Gracias a la democracia directa, los procesos políticos en este país son libres del cinismo y oportunismo de corto plazo que caracteriza a otras naciones. Y lo más notable es que este comportamiento tan saludable no proviene de una clase política “iluminada”, sino que su verdadero origen es el comportamiento ejemplar y prudente de la gente.

Con los años de experiencia en referendar cada 3 meses, millones de personas van aprendiendo por sí mismas que no hay nada gratis y que el Estado no está en condiciones de generar prosperidad en forma sostenible. La gente asimila en forma rápida y pragmática que todo “regalito” de las autoridades se traduce tarde o temprano en mayores impuestos, en empeorar las condiciones laborales, y en un Estado que pierde su capacidad de entregar buenos servicios. Y si no hay demanda por “regalitos”, las ofertas desaparecen rápido también – lo que lleva a una clase política pragmática, y libre del incentivo/imperativo de inventar medidas para aumentar su popularidad en el corto plazo a costas del bienestar de toda la sociedad en el largo plazo.

El saber identificar y evitar decisiones del tipo “pan para hoy, hambre para mañana” es parte de la cultura cívica de millones de suizos – a través de todas las edades, clases sociales, regiones/idiomas e inclinaciones políticas. Y con ello se evita la larga lista de problemas que afecta a paises que se empecinan en corregir leyes “malas” con más leyes “malas” – incluyendo: desprestigio del Estado, instituciones y clase política; complejidad e inestabilidad creciente; confusión e inseguridad; maraña de temas pendientes y mal manejados; burocracia, ineficiencias y costos adicionales; distorciones económicas; corrupción, trampas y evasión; menores inversiones; hacerle el juego a los que saben aprovecharse de un Estado ineficaz y errático; atizar antagonismo político y social; etc.

Obviamente todo lo expuesto más arriba se aplica no sólo al tema contingente del precio de la electricidad, sino que también a los cientos de temas de interés público que transitan por la agenda política de tantas naciones que, como Chile, son todavía regidas por la partitocracia.

La buena noticia es que el acceder a la mayor equidad, seguridad y bienestar que genera una nación libre del comportamiento oportunista y cínico de la gente y la clase política es posible también en Chile. Basta introducir el derecho político a referendar – primero para temas de nivel municipal, luego de algunos años de nivel regional y finalmente también de nivel nacional. La capacidad de votar SI o NO en un referendo está basado en el sentido común de la gente. Por lo tanto, es un derecho que está al alcanze de la gente en Chile en todo momento. Lo ha estado siempre. No hay nada que justifique el seguir esperando.

Lo más importante es empezar, y no de dónde se empieza. Con el tiempo, toda la gente va a enriquecer y perfeccionar su sentido común – referendo tras referendo. Cada uno a su manera. Y con ello también en Chile se irá formando un sentido común colectivo con un nivel de “sabiduría, consistencia, estabilidad, efectividad, legitimidad y fiabilidad” muy por encima que aquel de cualquier elite/partitocracia – por muy “superior” que sea la inteligencia o educación de los “escogidos”. Contrariamente a la generación actual, y por primera vez en la historia de la nación, las generaciones futuras podrán beneficiarse con el tener los instrumentos y la capacidad de evitar la acumulación de tantas leyes “malas” e innumerables “errores y abusos” que han ocurrido – una vez más – desde el 1990 a la fecha.

Con todo, la clase política no introducirá nunca el derecho a referendar en tanto no sea la propia ciudadanía a exigirlo como un imperativo y un derecho irrenunciable. Ya ahora. Su introducción es una invitación a cruzar el umbral hacia un proceso autosostenido que lleva a niveles de libertad, seguridad y prosperidad inalcanzados e inalcanzables para cualquier tipo de democracia representativa – en Chile o en cualquier otra nación.

Para más información sobre la democracia directa, ver: www.swiss-democracy.ch

Eduardo Schindler es economista de la UC, tiene un PhD en economía internacional, y vive en Suiza desde el 1982. Es autor de “Democracia Directa – la mejor alternativa para un Chile libre y próspero” (2023), y de “Libertad y Prosperidad – la receta mágica de Suiza” (2021). Los dos libros están disponibles gratis en el sitio web indicado más arriba.

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