Cristián Verscheure Casas-Cordero
Periodista, Licenciado en Comunicación Social Universidad de Chile
Uno de los errores más comunes, a la hora de hablar de sostenibilidad y sustentabilidad, es creer que ambos conceptos significan lo mismo, por lo cual, ambos se utilizan como sinónimos. Sin embargo, siempre es necesario hacer precisiones de su real significado, y como éstos impactan fuertemente en el desarrollo económico de ciertas actividades y territorios.
Sin embargo, existen diferencias importantes respecto a su significado y las implicancias existentes en ambos conceptos para el desarrollo de la actividad económica.
¿En qué se diferencian la sostenibilidad y la sustentabilidad?
En primer lugar, es necesario dejar de manifiesto que ambos son conceptos que van de la mano. Al focalizarse en proteger los recursos del planeta y el medioambiente, ya existe en ellos una relación que les permite trabajar, casi sinérgicamente.
Debemos tener en cuenta que la diferencia existente, es bastante simple. La sustentabilidad se enfoca en propiciar un uso racional de los recursos naturales y proyectarlo -al menos en teoría- en mediano y largo plazo.
Pero la sostenibilidad más allá. En sí es una apuesta por generar un escenario donde el medioambiente, la sociedad y la cultura de las comunidades en las que se inserta la actividad económica, va mejorando significativamente su calidad de vida.
Pensando en un análisis exclusivamente teórico de ambos conceptos, una actividad es sustentable cuando se demuestra que se puede mantener por su sola. A nivel global, los recursos serían sustentables si se utilizan adecuadamente.
Hay que tener en cuenta que al abordar adecuadamente el término de sostenibilidad, necesariamente se debe acceder a un desarrollo de manera integral, con un amplio rango de alcance. En resumen es apostar por una actividad económica que de pie a un estilo de vida cuya característica más importante es un desarrollo económico de calidad, con respeto al planeta, la sociedad en la que se desenvuelve, los derechos humanos, la preservación de los seres vivos y con un enfoque permanente en el desarrollo de las futuras generaciones.
La consultora de recursos humanos y contratación HAYS, que está presente en 33 países del mundo realizó una encuesta global, cuyos resultados revelaron que el 64 % de los profesionales consideran que las empresas deben centrar todos sus esfuerzos para fomentar la sostenibilidad. Además un 52 % sostiene que es cada vez más necesario que distintas organizaciones potencien características, valores y conductas relacionadas con el cuidado del medioambiente. Sin embargo, sólo un 5% de las empresas que participaron en el estudio creen tener las competencias necesarias para trabajar en ese ámbito.
¿Y cómo es la realidad a nivel nacional y regional?
A nivel nacional la minería cuenta con un alto estándar de profesionalización y capacidad técnica, tanto en sus las personas que trabajan en las minas, como también en la implementación de procesos que impactan positivamente en la producción de las faenas mineras, hechos que han sido resaltados a nivel internacional. Junto a lo anterior, en los últimos años las faenas mineras chilenas han ido gradualmente poniendo su foco en el manejo de las comunidades en las que se insertan, en los grupos humanos que se benefician de su desarrollo. Así también en un cada vez más adecuado manejo de los temas ambientales. Gradualmente hay cada vez un mayor control de los impactos, sociales, ambientales y de gobernanza en los procesos mineros. Un ejemplo de ello, es que varias empresas de nuestra región ya están utilizando agua de mar en todos sus procesos de producción de minerales.
Y junto con las competencias de la minería en Chile, cada vez se está haciendo más necesario el contar con voluntad, proactividad y una mirada a largo plazo. Y ese es el punto en que la sustentabilidad, va dando las herramientas necesarias para que la sostenibilidad llegue para quedarse la actividad económica más importante para nuestro país, y también para nuestra región.
Son muchos los desafíos que aún están presentes que nos llevan a esta nueva forma de abordar la actividad económica. Sin embargo tenemos todas las herramientas necesarias para imaginar un futuro de desarrollo a muy largo plazo, para la economía de Chile y la Región de Atacama.
¿Cuáles son los desafíos más grandes que tienen las empresas mineras de cara a las próximas décadas?
En primer lugar, es cultivar una relación de confianza, tanto con las comunidades en las que están insertas, como con las instituciones gubernamentales que buscan resguardar una adecuada actividad económica en todo sentido, de tal manera que la puesta en marcha de proyectos mineros no se pierda en un enmarañado laberinto de permisología.
Y es justamente en este punto donde el Gobierno está trabajando en dos iniciativas legislativas; el proyecto de Ley Marco de Autorizaciones Sectoriales y la reforma a la Ley de Bases Generales del Medio Ambiente, más conocida como la “Evaluación Ambiental 2.0”. Ambos cambios legales tienen como objetivo simplificar el sistema de permisos necesarios para un buen desarrollo de la actividad económica a nivel nacional.
Cultivando la confianza en la inversión, y con todos los actores realizando acciones para asegurar un crecimiento sustentable, podremos plasmar un futuro cuyos beneficios se hagan sentir para nuestro planeta, sus comunidades, sus particulares procesos de crecimiento y el desarrollo económico nacional y regional de Chile.