Por Sofía Vargas Roberts, seremi de Gobierno de Atacama
El compromiso del Gobierno es por la democracia. Su compromiso es irrestricto y sin importar los colores, toda vez que el autoritarismo es una forma de organizar la vida política y social irrespetando la diversidad y el pluralismo que caracteriza a las sociedades complejas y modernas. Por ello es que, al menos desde nuestro Gobierno, condenamos el Golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 que interrumpió la vida democrática del país, y que sirvió de punto de partida para las peores violaciones a los Derechos Humanos de nuestra historia.
Nuestro Gobierno defenderá que la autodeterminación del pueblo -lo que se expresa en las urnas- y el respeto a la institucionalidad vigente es fundamental para la convivencia pacífica de las personas que viven en nuestro país, dejando en claro el compromiso con los Derechos Humanos, para que así cada ciudadano viva en libertad y pueda construir su proyecto de vida con plena seguridad de no ser perseguido por sus ideas ni verse expuesto a la vulneración de su integridad.
No podemos olvidar que en Chile se cometieron atrocidades que, si bien son de otro tiempo, siguen marcando nuestra vida en sociedad de las más diversas maneras. Muchas de ellas aún hoy son justificadas por algunos en aras de la “libertad”, un concepto que se antoja vacío cuando se erige sobre la sangre derramada de miles de chilenas y chilenos, sobre la tortura, la detención arbitraria, la prisión, el destierro y el silenciamiento de quienes se atreven a expresar su disenso ante el poder abusivo. Por ello es que resulta más necesario que nunca avanzar en un sincero reconocimiento de lo sucedido en Chile, un verdadero imperativo en atención a la irrupción de narrativas nostálgicas que relativizan lo sucedido en Chile.
Este ejercicio de memoria y reconocimiento propiciará la maduración de nuestra vida política ya que contribuirá a promover el respeto a quienes piensan distinto. No nos confundamos: sólo quienes deploran el terror de los 17 años que duró la dictadura encabezada por Augusto Pinochet tienen la legitimidad moral para fustigar a quienes aplastan a sus opositores en otras latitudes.
En estas fechas no podemos sino recordar la importancia de la democracia como el espacio en que podemos expresar nuestras distintas visiones de país y voluntades. Sólo en democracia el pueblo podrá expresar soberanamente su voluntad y llegar al desarrollo, que es lo que chilenas y chilenos queremos para nuestra Patria.