Impacto negativo en la salud de los niños con el horario de verano

David Araya Gálvez es Ph.D en Biofísica y Biología Computacional, investigador del  Instituto de Tecnología para la Innovación en Salud y Bienestar UNAB ( Itisb-UNAB).

El pasado sábado 7 de septiembre Chile se preparó para adelantar sus relojes en una hora, un cambio que implica tardes más largas y luminosas, posibilitando que los padres disfruten de más tiempo al aire libre con luz natural con sus hijos tras la jornada laboral. Sin embargo, hoy existe un consenso muy claro entre los científicos en Chile que detrás de estos aparentes beneficios, se esconden consecuencias negativas para la salud relacionadas alterar el ritmo circadiano, cuyo desajuste incrementa el estrés y se asocia con estadísticas preocupantes, como un aumento en los accidentes de tráfico o aumento de suicidios.

Pero estos argumentos no hablan sobre el impacto negativo en nuestros niños, al cual me quiero referir a continuación. Sabemos que un niño menor de 5 años necesita dormir al menos 12 horas puesto que durante el sueño, el cerebro ejecuta diversos procesos cruciales como la regulación metabólica y la consolidación de la memoria entre otros. Sin embargo, en la mayoría de los hogares los niños están obligados a despertarse muy temprano dado que van al jardín o al colegio, por ejemplo, a las 7:00, lo que obliga que los niños estén durmiendo a las 19:00. Aquellos que somos padres sabemos que en verano con el cambio de horario esto se convierte en una tarea casi imposible, puesto que a las 19:00 existe pleno sol y recién después de las 21:00 se oscurece.

La disminución de horas de sueño en los niños implica que exista menos tiempo para efectuar la regulación metabólica, un ejemplo es la liberación de la hormona del crecimiento, que es vital para el desarrollo normal. Con menos tiempo para liberar esta hormona el crecimiento del niño será menor. Con respecto a la consolidación de la memoria, se refiere a la transferencia de información de la memoria de corto plazo a la memoria a largo plazo. La memoria a corto plazo es volátil y se actualiza constantemente para incorporar nuevos datos. Si los niños tienen menos tiempo para consolidar esta información durante el sueño, es más probable que parte de lo aprendido durante el día se pierda. Esto llevará a una menor retención de la memoria y, en consecuencia, a un menor aprendizaje.

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